¿Y qué podemos decir de la Biblia?


La Biblia es un compendio de escritos (libros, epístolas) de diversas épocas muchos de sus autores permanecen desconocidos. Esta colección de libros y epístolas tiene una historia tanto en su redacción como en su inclusión en un «canon». Las copias de estos textos , realizadas en diferentes contextos geográficos, añaden otra capa a su compleja historia, pues los originales no existen. 

En este análisis sobre la Biblia exploramos cuatro aspectos críticos relacionados con la supuesta inerrancia de sus escritos, abordando la complejidad de la composición y transmisión de los textos bíblicos a lo largo de la historia.

A) Biblia y cosmología

La visión cosmogónica de las antiguas civilizaciones sostenía que la Tierra ocupaba el epicentro del Universo. Este concepto arraigado fue compartido por eminentes pensadores como Platón y Aristóteles, perviviendo hasta el siglo XVI. La disciplina que desentrañó estos preceptos arraigados y nos obsequió con un entendimiento más profundo del cosmos fue la Astronomía, cuyo linaje se inicia con Nicolás Copérnico en el siglo XV y su audaz hipótesis heliocéntrica. Este paradigma fue posteriormente corroborado por Galileo Galilei en el siguiente siglo, solidificando así las bases de la Física, la Astrofísica y la Astronomía contemporáneas. Figuras trascendentales como Johannes Kepler, con sus leyes del movimiento planetario, e Isaac Newton, formulador de la ley de la gravitación universal, contribuyeron al desarrollo de estas disciplinas.

El sistema heliocéntrico, al fin, elucidó fenómenos como el movimiento retrógrado observado en ciertos planetas, como Júpiter, derivado de la rotación de todos los planetas, incluida la Tierra, alrededor del Sol. La confirmación de la rotación terrestre se atribuye a Jean Bernard León Foucault, quien ingeniosamente demostró este fenómeno con su célebre Péndulo de Foucault. El consenso en la comunidad científica sobre los movimientos terrestres es total y explica fenómenos como las estaciones del año y la variación en la observación de las constelaciones celestiales.

A pesar de este consenso científico unánime, persisten algunos autores que abrazan teorías disidentes, como el geocentrismo, la creencia en una Tierra plana y otras perspectivas heterodoxas.[1]

Un dato escolar:

Independientemente de la perspectiva (geocéntrica o heliocéntrica), los datos sobre la elíptica que la Tierra recorre alrededor del Sol son consistentes. Bajo el sistema heliocéntrico, la Tierra se desplaza a 107,000 km/h mientras rota sobre su eje, generando el día y la noche. Contrastando esto con la visión geocéntrica, donde la Tierra es estática, se concluye que, según esta perspectiva, el Sol debería moverse a la velocidad asombrosa de 38,750,000 km/h. La cosmovisión geocéntrica bíblica se revela como errónea a la luz de estos hechos.

Este análisis destaca la importancia de abordar la Biblia con una comprensión crítica de su contexto histórico y literario. La inerrancia de la Biblia en cuestiones científicas y cosmológicas se enfrenta a desafíos evidentes cuando se considera la evolución del conocimiento humano y científico a lo largo de los siglos. El diálogo entre la fe y la ciencia sigue siendo una área en la que la interpretación literal de ciertos textos bíblicos puede chocar con los hallazgos científicos contemporáneos.

B) Síntesis de la historia del canon del Nuevo Testamento

Se afirma que la Biblia misma testifica sobre su propia «inerrancia». Este planteamiento se inscribe en el antiguo sofisma presente en todas las religiones del Libro: «La Escritura es inspirada por Dios porque lo dice la Escritura». De manera análoga, la infalibilidad del Papa se sustenta en el dogma proclamado por un Papa, siguiendo un razonamiento circular. En este contexto, surge la cita de 2 Timoteo 3,16: «toda la Escritura es inspirada por Dios…». Sin embargo, cabe preguntarse a qué Escritura se refería el autor de 2 Timoteo 3:16. Evidentemente, hacía alusión a la Escritura hebrea, basándose en el concepto sagrado que se tenía de ella en ese momento. No podría estar haciendo referencia a los escritos del Nuevo Testamento, ya que esta parte de la Biblia cristiana aún no había sido formada ni reconocida como tal.

En este contexto, es relevante considerar lo siguiente:

–Hasta mediados del siglo II d.C., no contamos con un núcleo de lo que posteriormente sería el Nuevo Testamento, compuesto solo por 20 libros: 4 Evangelios, 13 cartas de Pablo, Hechos, 1ª de Pedro y 1ª de Juan.

–Entre mediados del siglo II hasta el siglo V, periodo en que se cerró el canon, existieron cuatro listas precanónicas atribuidas a Clemente de Alejandría (150-215), Orígenes (185-254), Hipólito de Roma (+235) y Eusebio de Cesarea (+340).

–Clemente omitía Santiago, 3ª de Juan y 2ª de Pedro. Orígenes reconocía la Didajé, el Pastor de Hermas y la Carta de Bernabé. 

–Eusebio reconocía una lista de libros «discutidos», es decir, puestos en duda, como Santiago, Judas, 2ª de Pedro, 1ª, 2ª y 3ª de Juan y Apocalipsis. Además, Eusebio señalaba que Hechos de Pablo, El Pastor de Hermas, Apocalipsis de Pedro, la Carta de Bernabé y la Didajé se leían públicamente en las iglesias apostólicas.

–La Carta de Bernabé, la 1ª Carta de Clemente, el Pastor de Hermas y la Didajé estuvieron cerca de ingresar al canon definitivo en el Concilio de Calcedonia en 451[2].

A la luz de esta historia de la formación del canon, que se cerró en el siglo V, surge la pregunta: ¿Cómo podríamos creer que el autor de 2 Timoteo 3:16 estaba pensando en los escritos del Nuevo Testamento que conforman nuestra Biblia?

C) La inspiración de la Biblia: un enfoque histórico y hermenéutico

El término “inspiración/inspirado” que usan algunos autores neotestamentarios para referirse a la Escritura hebrea, independientemente de la semántica, y a la luz de la historia, se debe entender en su dimensión sapiencial. El concepto de “inspiración” procede del mundo griego a través del filósofo judío Filón y los Padres de la Iglesia.

Origen del concepto de inspiración

Filón expresaba que los profetas no comunican algo de su propia creación, sino que actúan como intérpretes de otro ser que les inspira las palabras en el momento mismo de la inspiración. Este proceso implica la pérdida de la conciencia del profeta y la visita del Espíritu divino, que guía la expresión de las palabras proféticas. Incluso Filón extendió el concepto de inspiración a los traductores de la Septuaginta (LXX) del hebreo al griego.[3]

Desarrollo del concepto a lo largo de la historia

A lo largo de la Edad Media, el concepto de «inspiración» se mantuvo en esta línea de pensamiento. Sin embargo, durante el Concilio Vaticano II, se reconoció la necesidad de una comprensión más general de la inspiración. Este cambio condujo a que las ciencias bíblicas adoptaran enfoques hermenéuticos más amplios, alejándose del literalismo bíblico.

Fundamentalismo y reacción ante el siglo XIX

En el siglo XIX, como reacción ante el deísmo de la Ilustración, algunos cristianos estadounidenses establecieron los «5 Fundamentos» para preservar la «infalibilidad» y la «inerrancia» de la Biblia, dando origen al término «fundamentalismo». Un ejemplo extremo de este fundamentalismo es el grupo de la «Tierra Joven», que defiende una interpretación literal de la creación según el libro de Génesis.

Postura actual del cristianismo

Aunque el fundamentalismo persiste en algunos sectores, la mayoría del cristianismo adopta una perspectiva más abierta y hermenéuticamente informada. Se reconoce la diversidad de géneros literarios en la Escritura y se integran los aportes de diversas disciplinas científicas en la interpretación de los textos bíblicos. La hermenéutica interdisciplinaria permite una armonización entre la fe y el conocimiento empírico, evitando el literalismo riguroso en favor de una comprensión más contextualizada y enriquecedora.

D) La inerrancia de la Biblia y la crítica textual: un viaje a través de los manuscritos

El desafío del Canon del Nuevo Testamento

La formación del canon del Nuevo Testamento fue un proceso complejo con desafíos considerables. La iglesia, ya institucionalizada, tuvo que decidir qué escritos incluir y cuáles excluir, a menudo por razones más políticas que religiosas. Algunos libros fueron inicialmente aceptados y luego excluidos, y viceversa. Esta selección no estaba relacionada con la «inspiración» divina, sino con factores de poder eclesiástico.

Pérdida de los textos originales y la necesidad de traducción

La expansión del cristianismo llevó a la traducción de los escritos originales griegos a diversas lenguas para alcanzar a poblaciones de diferentes contextos culturales y lingüísticos. Sin embargo, los textos originales se perdieron, y las traducciones, muchas veces fragmentadas o perdidas, se convirtieron en la base para futuras copias.

Diversidad y desafíos de la Crítica Textual

La existencia de más de cinco mil manuscritos, incluyendo Versiones, Códices y porciones, representa una riqueza y complejidad textual. Se estima que hay más de 250 mil variantes, con apenas dos versículos idénticos. Aunque unas 300 de estas variantes son significativas, no afectan la doctrina cristiana fundamental.[4]

Reconstrucción del texto original y desafíos de la Crítica Textual

La tarea de reconstruir un Nuevo Testamento Crítico en griego implica desechar textos menos confiables según la época y la familia de textos. Los eruditos deben optar por la variante que consideran más cercana al texto original, aunque este último sea desconocido.

La Crítica Textual como logro moderno

La creación de un Nuevo Testamento Griego Crítico se considera uno de los logros modernos en la historia de la Escritura. La Crítica Textual examina minuciosamente las variantes y se esfuerza por determinar cuál se acerca más al texto original, aunque la autenticidad última sigue siendo incierta.

Contribución de las Ciencias Humanas

La aplicación de diversas disciplinas, como lingüística, narratología, semiótica, antropología, sociología, paleografía, arqueología, psicología, historia y literatura comparada, contribuye a una mejor comprensión de los textos bíblicos. Esto destaca la complejidad y la riqueza de la Biblia como una obra arraigada en la vida humana.

Los Traductores y la Inerrancia

Dada la complejidad y la variedad textual, la pregunta se plantea: ¿deben considerarse «inerrantes» los traductores? A la luz de la diversidad y la riqueza de los manuscritos, la inerrancia se convierte en una noción más compleja y contextualizada en el proceso de transmisión y traducción de la Biblia.

En conclusión, hemos abordado cuatro aspectos que cuestionan la «inerrancia» de la Biblia, especialmente según la perspectiva del fundamentalismo evangélico. Más allá de este enfoque, diversos grupos cristianos tienen visiones distintas sobre la «inspiración» de la Escritura.

Resumimos los desafíos planteados:

–La cosmovisión de los autores bíblicos es precientífica, reflejando una comprensión del mundo antes de los avances científicos.

–El canon del Nuevo Testamento experimentó un desarrollo gradual en el tiempo, con exclusiones e inclusiones de una amplia gama de escritos cristianos.

–El concepto de «inspiración» proviene del mundo griego a través del filósofo judío Filón y los Padres de la Iglesia, aportando una perspectiva sapiencial.

–La falta de los escritos originales y las divergencias entre las copias requieren que los traductores utilicen la lingüística y otras ciencias para tomar decisiones informadas sobre las traducciones.

Desde el siglo XVI, el cristianismo ha experimentado una catarsis teológica e intelectual, especialmente impulsada por los avances de la ciencia moderna. Esta catarsis, que ha llevado a afirmaciones en diversos campos científicos, no ha debilitado la fe, sino que la ha fortalecido al resolver racionalmente ciertos «errores» hermenéuticos de la Escritura. La pregunta fundamental persiste: ¿Es inerrante la Biblia?

Esta interrogante, planteada en el contexto de los desafíos expuestos, destaca la complejidad y la necesidad de abordar la inerrancia bíblica desde perspectivas teológicas, históricas y científicas, reconociendo la riqueza y diversidad de interpretaciones dentro del cristianismo. 

NOTAS

[1] Por ejemplo, el autor del artículo del siguiente enlace defiende el geocentrismo sólo para afirmar la inerrancia de la Biblia (visto en diciembre 2023): Fe y cosmología

[2] Julio Trebolle, La Biblia judía y la Biblia cristiana, Trotta.

[3] Las leyes especificas, IV, 48-49, en “Inspiración y el canon de la Escritura”, Cuaderno Bíblico no 49, p.27- André Paul, Verbo Divino.

[4] Julio Trebolle, “La Biblia judía y la Biblia cristiana”, Trotta.