Salvad al soldado Saulo


  1. LA CUESTIÓN DE FONDO

Existe un discurso teológico acerca del sentido y alcance de la muerte en cruz de Jesús de Nazaret, que consiste en atribuir, por un lado a san Agustín (354-430), el denominado “pecado original”, y, por otro a san Anselmo (1033-1109), la teoría de la “muerte vicaria” de Jesús. En síntesis, que esas “ideas”, la del “pecado original” y la “muerte vicaria”, son ajenas a Saulo y, por lo tanto, a la Biblia. 

¿Qué dice san Agustín?

San Agustin argumentaba que el “árbol” de Gén 2;17 era un símbolo del orden de la creación. Adán y Eva fueron tentados y comieron de él. Esta infracción al mandamiento divino, dice el obispo de Hipona, fue la causa no sólo de su expulsión del paraíso, sino de la trascendencia de su culpa a las generaciones posteriores. (Cf. “La gracia de Jesucristo y el pecado original”. Controversia semipelagiana)[1]

Ciertamente, en la Biblia no encontramos el término “pecado original”, pero no es difícil de entender que la Biblia sí habla del “primer pecado”, el que cometieron Adán y Eva en el jardín del Edén (Génesis 3). Tampoco es difícil de entender que el Nuevo Testamento hace referencia a la ”causa” por la cual “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 5,12). 

¿Qué dice san Anselmo?

San Anselmo, por su lado, argumentaba que, debido a la caída de la humanidad desde entonces (el “pecado” de Génesis 3), la humanidad ha ofendido a Dios. La justicia divina, pues, exige la restitución del pecado. La enormidad de aquel delito llevó a Anselmo a la convicción de que la expiación por la humanidad solo podía hacerse a través de la figura de Jesús, como un ser sin pecado, tanto divino como humano.

San Anselmo desarrolla su argumentación desde un punto de vista jurídico; es decir, si la humanidad entera está bajo condenación como consecuencia de aquel delito primario del Edén, de alguna manera, y por medio de alguien o algo, ese delito necesita ser “expiado”. Y ese “algo” no puede ser otro que “alguien”, el mismo Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, porque éste cumplía los dos requisitos, el humano y el divino. El humano porque se podía identificar con el hombre necesitado de ser “expiado”. El divino porque el valor de su sacrificio expiatorio podía satisfacer la infinita ofensa hacia Dios. 

2. SOTERIOLOGÍA DE SAULO 

La doctrina de la salvación según Saulo no sólo conlleva un imperativo misionero, sino que también lo alimenta. El mandato evangélico: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado» (Marcos 16:15-16) sirve como fundamento para la actividad misionera que ha caracterizado a la Iglesia a lo largo de los siglos.

Aunque este mandato es posterior a la vida terrenal de Jesús, la visión soteriológica de Saulo modeló la esencia misionera de la Iglesia primitiva. Sus múltiples viajes misioneros no sólo ilustran su comprensión teológica, sino que también demuestran cómo la iglesia primitiva interpretó y aplicó esta visión. Para Saulo, la salvación radica en el sacrificio expiatorio de Cristo, su resurrección, y la formación de la Iglesia sobre esta base. Este mensaje, el evangelio, se convierte así en la misión central: anunciarlo a todo el mundo. Como él mismo afirmó: «Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego” (Rom. 1:16).

La comprensión que durante siglos la Iglesia ha tenido de la soteriología cristiana no es una innovación teológica tardía, sino una ortodoxia arraigada en el Nuevo Testamento. La soteriología de Saulo no sólo definió el cristianismo de su tiempo, sino que también modeló su trayectoria hasta nuestros días. Es decir, esta ortodoxia no es una aberración teológica posterior, sino aquella que diseñó el apóstol de los gentiles. Así lo confirma el teólogo católico: “En el Nuevo Testamento, desde los primeros escritos, la muerte del Mesías aparece ligada al pecado de los hombres: Cristo murió por nuestros pecados (cf. 1 Cor 15,3; Rom 4,25; Gal 1,4), murió por los impíos (Rom 5,6), se entregó por nosotros para redimimos de toda iniquidad (Tit 2,14), murió por nuestros pecados, el Justo en favor de los pecadores (1 Pet 3,18), etc.” (José Antonio Riestra, “La eficacia de la muerte de Cristo”)[2].

3. INTELIGIBILIDAD DE LOS TEXTOS DE SAULO  

Salvo cuando usa alguna alegoría como ilustración de sus enseñanzas (por ej. sobre Sara y Agar Gál. 4:22-26), el estilo de Saulo es didáctico, directo e inteligible. Todos sus oyentes o lectores podían entender lo mismo (su discurso ante los filósofos en Atenas es un ejemplo – Hech. 17). Esto es así especialmente cuando sus escritos tienen un carácter apologético, que son prácticamente todas sus epístolas. Basados en esta inteligibilidad de sus escritos, no importa la versión de la Biblia que utilicemos, podemos entender el alcance y el sentido de sus proposiciones, sobre todo porque también conocemos el contexto apologético en que escribió. Por lo tanto, podemos preguntar a sus proposiciones y en su contexto qué significado tenías sus palabras. 

4. APOLOGÍA SOBRE EL PECADO ORIGINAL Y LA MUERTE VICARIA DE JESÚS

A) Textos de las Epístolas de Saulo de los que depende el postulado de san Agustín:

    “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”. (1 Cor 15, 22).

    “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”. (Rom 5, 12)

    Apología:

    ¿Qué quiere decir Saulo cuando afirma que en Adán “todos mueren”? ¿A qué clase de muerte se refiere? ¿Por qué mueren? … ¿No es por el pecado de desobediencia en el Edén? ¿Y no es éste el primer pecado, es decir, el “pecado original? 

    ¿Qué quiere decir Saulo cuando afirma que el “pecado entró en el mundo por un hombre? ¿A qué hombre se refiere? ¿No es ese “hombre” Adán? 

    Desde un punto de vista lingüístico, ciertamente, la Biblia no habla de pecado “original”, pero sí conceptualmente, porque se refiere una y otra vez a aquel primer pecado, el pecado de Génesis 3.

    B) Textos de las Epístolas de Saulo de los que depende el postulado de san Anselmo:

    “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Rom 8,32).

    “Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras” (1 Cor 15,3).

    “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gál 2,21).

    “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3,18). 

    (Además: Rom. 5:6,8; 2 Cor. 5:14; 1 Tes. 5:10)

    Apología:

    ¿Qué significa que Dios “no escatimó ni a su propio Hijo”, y que “lo entregó por todos nosotros”? ¿No se está refiriendo al “sacrificio” de la cruz? ¿No evoca esta declaración la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní: Hágase tu voluntad? ¿Y este “entregar”, no se refiere a la “expiación” implícita en dicho sacrificio en favor de la Humanidad caída en pecado? ¿No está en estrecha relación teológica con: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16)?  

    “murió por nuestros pecados”…

    El Nuevo Testamento abunda en esta expresión: “por nuestros pecados”. En el contexto del Nuevo Testamento, no significa que Jesús fue a la cruz porque “los hombres” (y las mujeres) eran y son muy malos (que también), sino que, Jesús, como “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, estaba siendo ofrecido como “chivo expiatorio” por todos;  “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados”, dice Saulo (2Cor. 5:19).

    “Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”. 

    ¿Qué significa este “por demás”? El contexto es apologético contra los judaizantes. Y el tema central es la salvación. Pues bien, Saulo está argumentando que si la salvación fuera posible por medio de practicar la ley (de Moisés), entonces no hubiera hecho falta que Dios mandara a su Hijo para ofrecer su vida como expiación en la cruz. (cf. Jn. 3:16).

    Y por último (pero no únicamente) el texto de 1ª de Pedro: “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”. 

    El “justo por los injustos”, ¿no está aquí explicitada la muerte “vicaria”? 

    5. EL CONCEPTO DE MUERTE VICARIA EN EL MUNDO GRECORROMANO

    El profesor Fernando Bermejo Rubio, en un trabajo académico con el largo título “El concepto de muerte vicaria en el mundo grecorromano y su influencia en la primera reflexión cristiana sobre la muerte de Jesús de Nazaret”, dice que “los análisis previos han mostrado que la noción de muerte vicaria en la reflexión cristiana, si bien puede haber echado mano de algunos desarrollos acontecidos en el período final del judaísmo del Segundo Templo, parece haberse construido en buena parte sobre los desarrollos que de esa idea se hallan en el mundo grecorromano, donde se detectan con mayor frecuencia e impacto que en la tradición judía, y no solo en la esfera literaria sino también en algunas manifestaciones de la vida cotidiana (ritual o epigráfica)”. 

    En su trabajo de 25 páginas de las cuales las últimas tres contiene la bibliografía, Bermejo expone los precedentes históricos y literarios del concepto de muerte vicaria para explicar dicho concepto en el pensamiento del cristianismo primitivo, más concretamente en la soteriología paulina. (Studia Philologica Valentina. Vol. 20, n.s. 17 (2018) 47-72. ISSN: 1135-9560).[3] 

    6. GLOSARIO Y CONCEPTOS CRISTOLÓGICOS EN EL NUEVO TESTAMENTO

    LA GRACIA DE DIOS. Saulo enfatiza repetidamente que la salvación es un regalo de Dios, otorgado por su gracia y no por obras humanas (Rom 3:23-24). 

    LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE. Saulo enseña que la fe en Jesucristo es el medio por el cual los creyentes son justificados ante Dios. Es decir, la confianza en la obra redentora de Cristo es lo que nos hace justos delante de Dios, no nuestras propias obras. (Rom 5:1).

    EL PAPEL DE CRISTO COMO SALVADOR. Para Saulo, Jesucristo es el centro de la salvación. Su muerte y resurrección son fundamentales para la reconciliación entre Dios y la humanidad. Cristo es visto como el nuevo Adán, quien restaura lo que fue perdido por el pecado de Adán. (1Cor. 15:45-49).

    Leyendo las epístolas de Saulo (y de otros autores del NT que siguen su teología) encontramos cuatro conceptos cristológicos directamente relacionados con la muerte en cruz de Jesús:

    LA REDENCIÓN: La redención implica liberar a alguien pagando un precio. En términos cristianos, la redención se refiere a la liberación de la esclavitud del pecado y la muerte a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz. Jesús pagó el precio para redimir a la humanidad del poder del pecado y restaurar la comunión con Dios. (Lc. 1,68; Apoc. 5,9).

    LA EXPIACIÓN: La expiación se refiere al acto de reconciliar a la humanidad con Dios a través de la eliminación del pecado. La muerte de Jesús en la cruz se ve como un acto expiatorio que cubre y quita el pecado, permitiendo así la reconciliación entre Dios y la humanidad. (Jn. 1,29; Heb..10,10).

    LA JUSTIFICACIÓN: La justificación implica ser declarado justo ante Dios. En el contexto cristiano, la muerte de Jesús proporciona la base para la justificación de los creyentes. A través de la fe en Jesucristo, los seres humanos son considerados justos delante de Dios, no por sus propios méritos, sino por la obra redentora de Jesús. (Romanos. 3,24; Gál. 2,16).

    LA RECONCILIACIÓN: La reconciliación implica restaurar la relación rota entre Dios y la humanidad. La muerte de Jesús en la cruz se ve como el medio por el cual se logra la reconciliación, permitiendo que los pecadores sean reconciliados con Dios y disfruten de una relación restaurada. (Romanos. 5,10).

    Estos términos están interrelacionados y, en conjunto, ofrecen una comprensión teológica completa de la obra redentora del Cristo crucificado. Cada uno destaca diferentes aspectos de cómo la muerte en la cruz de Jesús tiene un impacto salvador en la condición humana, y conllevan inequívocamente la idea de que la humanidad está perdida y condenada.

    7. LA CRISTOLOGÍA PAULINA EN CUESTIÓN

    Tras varios siglos de revisiones críticas, la teología tradicional no ha podido aguantar la presión y desde ciertos sectores liberales la cristología milenaria ha ido dando un giro de hondo calado. Los párrafos que siguen corresponden a un artículo del sacerdote católico Santiago Villamayor cuyo título es “Un gran error, un gran amor”, que puede leer completo desde el enlace que incluimos en las notas.

    “El Misterio de la Salvación es una desviación del mensaje de Jesús de Nazaret que empieza en los mismos relatos evangélicos. La cultura teocrática y mesiánica de los evangelistas se impuso sobre el significado de fondo de Jesús. Ninguno convivió con Él. Lo mismo ocurrió con la impronta neoconversa de Pablo. Se inició así una teología realista escorada hacia la restitución del pecado en lugar de focalizar simbólicamente el mensaje de Jesús en su “andar haciendo el bien” hasta dar la vida… 

    La adhesión a Jesús de Nazaret considerado Hijo de Dios que nos salva del pecado y de la muerte y que murió y resucitó por nosotros es el fundamento y esencia del cristianismo. Este relato, que ha durado XX siglos, ha sido defendido a veces con sangre y espada y otras, animado por un gran amor, ha producido altísimos logros de libertad y humanización. Jesús de Nazaret es el fundamento y alma de las vidas personales, de sus sentimientos, de su comprensión del mundo y de su entrega a los demás. Es también su Dios y por eso toda su condición natural se reconfigura sobrenaturalmente en torno a él. “Quien no conoce a Jesucristo, ¿qué puede saber?” decía S. Francisco Javier. Y así otros muchos con una actitud que va desde la escucha y la admiración a la adoración…

    Es sabido que los relatos evangélicos escritos 70 años después del acontecimiento Jesús, contienen numerosas secuencias que no ocurrieron y dichos que provenían de fuentes anteriores a Jesús. Las descripciones del nacimiento y la infancia de Jesús, los milagros y las curaciones, los trágicos acontecimientos de la crucifixión y la insólita resurrección no necesariamente ocurrieron tal como se describe en esos relatos y muy probablemente muchos de ellos no son históricos o están incorporados de manera hiperbólica. No sabemos lo que realmente anunció y pretendió Jesús. Como hemos dicho lo que se relata es ya una primera interpretación y cosmovisión religiosa.[4]

    8. ATISBOS CRÍTICOS EN LA CRISTOLOGÍA FEMINISTA

    En La crítica teológica de los siglos XVIII y XIX no faltó la de los movimientos feministas. En principio apuntaba al androcentrismo de los textos bíblicos, tanto del Viejo como del Nuevo Testamento, pero señalaba también el núcleo mismo de la teología:la identidad y el papel de Jesús de Nazaret así como el significado de su crucifixión. Elizabeth Cady Stanton (1815-1902), editora de “Woman´s Bible”(La Biblia de la mujer), afirmaba: “Si quitamos del cuadro la serpiente, el árbol frutal y la mujer, no tendremos la caída, ni un Juez ceñudo, ni un infierno o un castigo eterno y, por tanto no tendremos necesidad de un Salvador. Y entonces se caen los fundamentos de toda la teología cristiana. Este es el motivo por el cual en todas las investigaciones bíblicas y en la alta crítica, los estudiosos no abordan nunca la posición de las mujeres”. (José Antonio Riestra, Cristología Feminista.)[5]. Stanton realiza su crítica no solo sobre el androcentrismo de la Biblia, sino también sobre la teología cristológica que era la tradicional: el Hijo de Dios que vino a morir por los pecadores. La teología que se ha enseñado y predicado desde la asunción de las enseñanzas de Saulo.

    El autor que estamos citando (José Antonio Riestra) termina su artículo reconociendo que “El problema de algunas corrientes de la cristología feminista parece centrarse precisamente en torno a las fuentes y principios del quehacer teológico. No basta hablar de Cristo para hacer cristología. El punto de referencia de la teología católica se encuentra en la Escritura y en la Tradición interpretadas por el Magisterio. Si se pierde esa referencia es muy probable que aparezca la figura de un Cristo que no coincide con el que transmite la fe de la Iglesia”.(Ibid).

    Tiene razón el teólogo católico y ese es el problema. El Jesús histórico no tiene nada que ver con el Cristo de la fe. El primero fue una persona histórica que acabó crucificado por la justicia del Imperio romano. El segundo es un personaje ficticio, teologizado y exaltado a los cielos con fines estrictamente religiosos, es un personaje netamente mítico. La cuestión de fondo es que no es serio intelectualmente maquillar, o reinterpretar los textos bíblicos acerca de la soteriología del Nuevo Testamento, netamente paulino, sino reconocer que dicha soteriología es mítica. Es una invención de Saulo. Invención que los demás escritores del Nuevo Testamento siguieron y alimentaron. 

    9. CONCLUSIÓN

    Obviamente, debe de haber algún interés muy especial en relativizar la soteriología neotestamentaria desarrollada por Saulo de Tarso y atribuir a teólogos posteriores dicha soteriología. Creemos que el interés principal es salvar a Saulo, o sea, los textos paulinos, en definitiva, la Escritura. 

    Algunas razones de por qué hay que atribuir el “pecado original” a san Agustín y la “muerte vicaria” de Jesús a san Anselmo:

    Primera, porque existe una revisión del Jesús de Nazaret histórico, de la causa de su crucifixión por el poder de Roma, y esta revisión deja afuera cualquier sentido teológico y trascendente. 

    Segunda, porque, para los teólogos revisionistas, la teología tradicional de la expiación de la cruz es inasumible en una sociedad moderna e interreligiosa.

    Tercera, porque, no obstante, se quiere salvar la “revelación” que se supone recibió Saulo de Tarso, arquitecto teológico del cristianismo, en la cual se sustenta el supuesto “plan de salvación” que justifica la existencia y la misión del establishment eclesial.  

    Cuarta, porque obviando lo que dijo Saulo y atribuyendo sus postulados teológicos a san Agustín y a san Anselmo, salvamos a Saulo y a sus escritos, que son fundamentales para salvar también al establishment, porque de eso se trata. 

    En fin, creemos más honesto intelectualmente reconocer que es la fuente misma, los textos de Saulo, los que son obsoletos por míticos. 

    Atribuir sus postulados teológicos a teólogos posteriores es poco académico y evidencia el sólo interés de blanquear a Saulo. 

    Creemos que otro cristianismo es posible… mediante un cambio teológico radical.

    Emilio Lospitao

    Notas

    [1] https://www.augustinus.it/spagnolo/grazia_cristo/grazia_cristo_2.htm

    [2] https://mercaba.org/Enciclopedia/E/eficacia_de_la_muerte_de_cristo.htm

    [3] https://paradigmanuev.files.wordpress.com/2024/01/muerte-vicaria_bermejo.pdf

    [4] https://paradigmanuev.wordpress.com/2023/05/09/un-gran-error-un-gran-amor/ 

    [5] https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/5647/1/JOSE%20ANTONIO%20RIESTRA.pdf