Las. 12 tesis de J. S. Spong #8

TESIS 8
El relato de la ascensión de Jesús presupone un universo de tres niveles y, por tanto, no se puede traducir a conceptos de una era espacial post-copernicana.


TESIS 8

El relato de la ascensión de Jesús presupone un universo de tres niveles y, por tanto, no se puede traducir a conceptos de una era espacial post-copernicana.

Cuando se escribió la historia de Jesús en los evangelios, entre los años 70 y 100, tal como ya hemos señalado, había un consenso general en cuanto a que la tierra era el centro de un universo con tres niveles. El lugar en el que Dios habitaba estaba por encima del cielo; el infierno, el lugar del mal, estaba bajo la tierra y era el tercer nivel. Nadie asumía la bastedad del espacio. Nadie entendía lo rápido que viaja la luz. Nadie sabía de otros universos, de otras galaxias. Nadie sabía que el espacio aún estaba en expansión, que las galaxias aún se estaban formando. Así que buena parte de la interpretación tradicional del cristianismo asumía presupuestos basados en el conocimiento premoderno.

De modo que a la gente no le resultó difícil entender que, cuando Lucas introdujo en la tradición cristiana (probablemente en la décima década del siglo I) el relato del retorno de Jesús a Dios, lo hizo conforme a la imagen espacial de un mundo de tres niveles. Jesús sólo podía volver al Dios que vivía por encima del cielo ascendiendo hacia ese cielo. Todo tenía sentido dentro de ese mundo premoderno. Sin embargo, nuestro conocimiento del mundo y del espacio ha cambiado radicalmente en los siglos que han transcurrido desde entonces.

Ahora sabemos que nuestro sol es uno entre aproximadamente doscientos mil millones de estrellas en nuestra galaxia, que llamamos Vía Láctea. Nuestro sol ni siquiera está en el centro de la galaxia, sino que se localiza en un punto al que se llega tras recorrer unos dos tercios de la distancia entre el centro y el exterior. En términos relativos, nuestro sol no es muy grande. Comparado con otras estrellas de la galaxia, es pequeño. Hay una estrella en nuestra galaxia que es, no ya más grande que nuestro sol, sino más que toda la órbita de la Tierra a su alrededor.

Luego entendimos que la nuestra no es la única galaxia del universo. Andrómeda, nuestro vecino galáctico más próximo, está a millones de años luz. En el universo visible hay entre cien mil millones y un billón de galaxias, y el universo está aún expandiéndose.

Es en ese mundo en el que ahora tenemos que preguntar: ¿qué significa el relato de la ascensión de Jesús? ¿Tiene algún sentido literal? Por supuesto que no. Así me lo hizo ver Carl Sagan (uno de nuestros más grandes astrofísicos) cuando, provocativamente, me dijo: “Si Jesús, literalmente, ascendió al cielo, y aunque viajase a la velocidad de la luz (unos 300.000 kilómetros por segundo) aún no ha salido de los límites de nuestra galaxia”[10]. La luz tarda más de 100.000 años sólo en llegar de un extremo al otro de nuestra galaxia. La ascensión de Jesús, si se interpreta literalmente, tuvo lugar hace sólo 2000 años.

El estudio de las Escrituras revelará, sin embargo, que Lucas sabía que estaba contando una historia basada en el relato de la ascensión de Elías, en el Segundo Libro de los Reyes, capítulo 1. Lucas nunca pretendió que su escrito se interpretase literalmente. No hemos hecho justicia al genio de Lucas interpretándolo literalmente. Él hablaba de cómo el Dios que encontró en Jesús no era distinto del Dios que habita en la eternidad. Un relato pensado para comunicar una verdad no es astrofísica. Finalmente estamos descubriendo que nos ha llegado a los Cristianos el tiempo de decirlo abierta y honestamente.

Notas:

[10]En una conversación personal mantenida en Washington, D.C., en 1994.