O una cosa o la otra (pandemias teológicas)


Recibimos de vez en cuando artículos o audios que, a tenor de quienes los envían, parecen descubrimientos teológicos nada más y nada menos que del significado de la muerte en cruz de Jesús de Nazaret. Lo que percibimos en tales “descubrimientos” es que, sus autores, quieren “reinterpretar” lo ya interpretado desde su origen, desde la misma pluma del autor o autores. O sea, intentan dilucidar ideas o pensamientos diferentes de los que el autor (el apóstol Pablo en este caso) comunicó a sus destinatarios. Y nos guste o no, la teología paulina se sintetiza en que Dios envió a su Hijo al mundo para ser sacrificado y redimir al ser humano; eso sí, solo a aquellos que crean en él (¡Sola Fide!), o solo a los predestinados.

El problema de estas nuevas interpretaciones del texto originario es que ponen ideas y pensamientos en la mente del autor o autores que a estos nunca se les pasaron por la cabeza. Dijeron lo que expresaron en sus escritos, y sobre cuyas ideas y pensamientos se desarrolló posteriormente la principal cristología que conocemos.

Por supuesto, al apóstol Pablo lo único que le importaba era la muerte redentora de Jesús a quien deificó en los cielos: el Cristo celestial…; para él la vida terrenal de Jesús no era importante excepto que “había nacido de mujer”, de la estirpe de David: ¡el mesianismo! No obstante, el apóstol plasmó una visión del mundo única en su época a partir de su cristología. 

Nos parecen esas “reinterpretaciones” una falta de honestidad intelectual y teológica. Cuando los textos neotestamentarios dicen que “Dios entregó a su Hijo en la cruz para redimirnos de nuestros pecados y lograr así la salvación eterna” están diciendo lo que dicen y punto. Más enfáticamente, en el decir de Pablo: “al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2Cor.5,20). Esta es la teología que el cristianismo ha venido predicando durante dos milenios. ¿A qué viene ahora este “abaratamiento” con ese  “lo que quiso decir el autor…” para adecuar el mensaje milenario a nuestra época?

Nos parece más honesto, intelectual y teológicamente, bien permanecer en la milenaria teología de “Cristo murió por nosotros” con todas las consecuencias, o bien reconocer que el defecto de fondo y forma arranca desde su origen: en el texto mismo, que explica suficientemente bien cuál era la cosmovisión del arquitecto del cristianismo, Saulo de Tarso. 

Parte de las publicaciones de esta revista procede de autores que tienen un planteamiento totalmente diferente al tradicional porque desde sus inicios hablaron claro y sin complejos: los relatos bíblicos en general, y los neotestamentarios en particular, están plagados de mitos y leyendas (cf. pág. 34). Desmitologizar los relatos bíblicos, tanto del antiguo como del nuevo testamento, no es una idea nueva, ya viene de lejos. El compromiso de las nuevas generaciones de biblistas, exégetas y teólogos es ahondar en esa misma idea sin complejos. Los trabajos acerca del “Jesús histórico”, aun cuando son irresolubles (se dispone de muy escasa documentación histórica), es el primer paso para, al menos, distinguir lo mítico y legendario de lo auténticamente histórico. Y en ello están…

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño