La poesía salvará a la teología (a cierta teología)


Afirmaba Rubem Alves, teólogo, profesor y psicoterapeuta, uno de los pensadores fundadores de la teología de la liberación latinoamericana, que “los profetas no son visionarios que anuncian un futuro por llegar. Son poetas que diseñan un futuro que puede suceder. Los poetas muestran un camino”. (http://www.oikoumene.org-Jul.2014). Cuando hizo pie en la poesía, Alves descubrió el tiempo que había perdido. Así lo expresa: “Descubrí la poesía tardíamente, después de rebasar los cuarenta años. ¡Qué pena! ¡Cuánto tiempo perdido!” (Leopoldo Cervantes-Ortiz – Lupa Protestante -Dic.2014). Por su parte, Paul Tillich –en su última conferencia (12/10/1965)– afirmó que “le gustaría reescribir toda su teología desde la nueva perspectiva del diálogo de las religiones” (J.M.Vigil – cetr.net – Oct.2018). No tuvo ocasión de realizar esa “reescritura”, falleció pocos días después.

Sin relación con la poesía, pero en un contexto esencialmente hermenéutico, el argentino Alberto F. Roldán, doctor en teología por el Instituto Universitario (ISEDET) de Buenos Aires, evoca en un artículo sobre Barth y Tillich, las preguntas no contestadas que surgen de la teología del primero: “¿qué lugar ocupa la `revelación general´ de Dios a través de la creación y de la conciencia humana? ¿Cómo entender pasajes en los cuales se desliza la idea de que Dios se ha manifestado a toda la humanidad de diversas maneras? ¿Cómo entender la expresión de Juan cuando dice, con referencia al Logos, que era la `luz verdadera, que alumbra a todo ser humano´ (Jn. 1.9) y que los padres de la Iglesia como Justino Mártir, interpretaban que se refería a los filósofos griegos? ¿Qué valor e importancia siguen teniendo las argumentaciones de Pablo y de Bernabé cuando, en un contexto pagano, afirman que Dios `no ha dejado de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas, proporcionándoles comida y alegría de corazón´ (Hch. 14.17)? ¿Tiene vigencia o no el concepto que Pablo recoge de los poetas griegos como aquel que dice que en él vivimos, nos movemos y existimos (Hch. 17.28)?” (servicioskoinonia.org – relat/408).

Hoy son muchos los dedos que señalan hacia un nuevo paradigma teológico que lleva implícito una relectura de los textos “revelados”. El teólogo claretiano José María Vigil dice que “la espiritualidad a la que se aspira es laica, no religional. Está fundada en una ética humanista. Una ética que desarrolla los derechos y los valores humanos, y los que tiene la Naturaleza… El nuevo paradigma no está dependiendo de una legislación que procede directamente del Dios en las alturas y legislador” (en esta edición p.17).

Ciertamente, la sugerencia de esta nueva hornada de teólogos progresistas pone patas arriba toda la Teología tradicional. La cuestión es si seremos capaces, en el siglo XXI, de revisar dicha Teología a la luz de los conocimientos que nos ofrecen las ciencias multidisciplinares. Son muchos los constructos teológicos que se fueron forjando, concilio tras concilio, no solo acerca de una cristología específica, sino de una eclesiología a la carta de acuerdo con dicha cristología. Desaprender ambas parece muy complicado pero no imposible… ni improbable. El quehacer teológico al que instan dichos teólogos progresistas se distancia no solo de la Teología fundamentalista, sino también de la Teología tradicional; pues ambas se nutren de las mismas fuentes histórico-teológicas. ¡Qué distinto cuando se lee el prólogo del cuarto Evangelio en clave poética! Porque leer en clave poética, no solo este prólogo, sino la mayor parte de la Biblia, nos salvaría de muchos conceptos teológicos ininteligibles. ¿Cómo podemos seguir afirmando, por ejemplo, que Jesús “bajó del cielo” y “subió otra vez al cielo” sino en clave poética? Ese cielo –del cual se sigue hablando desde los púlpitos en sentido literal– es mítico, una secuela de la mitología griega.

Habría que preguntarse por qué Alves halló la respuesta en la poesía, y por qué Tillich deseó “reescribir” su teología.♦︎

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño