IV Jornadas LGTBI, una cuestión de visibilidad


Los días 29 y 30 de marzo pasado se celebraron en Madrid las IV Jornadas sobre Fe, Orientación Sexual e Identidad de Género, cuyo promotor, Juan Larios, presbítero de la “Iglesia de la Esperanza” (IERE), deja una breve reseña de las mismas en páginas interiores. Cuando estamos tomando notas para escribir este editorial salta la noticia de que “el obispado de Alcalá celebra cursos ilegales y clandestinos para ´curar` la homosexualidad” (eldiario.es – 2 abril 2019). El sector anti-LGTBI, en especial el religioso, está empeñado en atribuir la homosexualidad, en el mejor de los casos, a una enfermedad que se puede “curar” mediante una terapia, y, en el peor de ellos, incluso que la homosexualidad es una elección personal. El papa Francisco, en la entrevista que concedió al periodista Jordi Évole (Salvados, La Sexta, 31/03/2019), llamó “rareza” a los síntomas de clara homosexualidad que los padres podrían observar en sus hijos en la infancia. Francisco no afirmó que una terapia podría poner fin a dicha orientación, pero sí dijo que sería conveniente llevarle a un terapeuta para que le hiciera un correcto diagnóstico. ¡Pues bien, el niño –o la niña– es homosexual! ¿Y ahora qué?

En décadas pasadas, dependiendo del régimen e ideología políticos (siempre con la religión de por medio), se desarrollaron experimentos de toda clase con las personas homosexuales: electroshock, lobotomía, fármacos… ¡sin escatimar la tortura física! Hace pocos años una asociación cristiana, Exodus International, después de 37 años ejerciendo el ministerio de “sanación” de la homosexualidad, dio por acabada dicha actividad pidiendo perdón a las personas que habían defraudado reconociendo que la homosexualidad no solo no tenía cura, sino que con las terapias habían producido mucho daño a muchas personas (algunas de ellas se habían suicidado después de haberse casado con una mujer como “reconvertido heterosexual”). En las fechas en que escribimos estas líneas se anuncia la proyección en los cines comerciales de la película «Boy Erased” (Identidad borrada) basada en una historia real que muestra el drama que suponen dichas terapias y el sufrimiento que produce en las personas que se someten a ellas. Los que sí necesitan una terapia son los familiares más directos de estas personas: una terapia de aceptación, compresión y acogimiento porque el síndrome del rechazo sí tiene cura.

El origen del movimiento LGTBI obedece a una sola razón: ¡Su visibilidad! Todo fue bien mientras estaban silenciados, invisibles, denostados, ridiculizados, estigmatizados… Pero cuando han salido a la calle reivindicando su visibilidad, su aceptación y sus derechos como personas LGTBI en la sociedad, ha sido cuando ha reaccionado el sector heterosexual intolerante y homófobo en contra de ellos. Nada hubiera ocurrido si estas personas homosexuales, transexuales… hubieran permanecido calladas e invisibles, ¡llevaban así siglos! La raíz del problema radica en la reivindicación de su visibilidad: ser reconocidos y aceptados cuales son sin perder ningún derecho civil y político en la sociedad de la que forman parte.

Los contra-LGTBI no dudan en usar el bulo, la tergiversación y la falsedad para sembrar el miedo y la confusión entre el vulgo dócil y fácil de manipular (especialmente desde los púlpitos). Por ejemplo, que el tipo de familia LGTBI acabará con la familia tradicional hombre-mujer, como si el hecho de que un niño viva y se eduque en el entorno de una familia LGTBI esté robando el espacio institucional que tiene aquella. O que el niño o la niña acabará siendo también homosexual (algo por ver), como si el 99,99 % de las personas homosexuales no procedieran de familias heterosexuales. ¿Alguna ley que actualmente protege a la familia LGTBI impide la vida normal de la familia tradicional? Por el contrario, ¿no ampara dicha ley a ambas familias con los mismos derechos? ¿Qué “daño” puede causar a la familia tradicional, excepto inculcar en los ámbitos públicos el respeto al diferente? ¿Se acabará el mundo porque las personas LGTBI no “produzcan” generación? ¿O será que por una moralidad arcaica se niega que las personas LGTBI compartan la vida con quienes desean estar y ser felices?

Sea lo que sea, una cosa debemos aprender todos: el movimiento LGTBI ha venido para quedarse y ser visible.

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño