Después del 5º Centenario: La reflexión


Durante el año pasado se habló de la Reforma protestante tanto o más que durante los tres últimos siglos juntos, en distintos lugares de la geografía española (y del mundo cristiano), en centros religiosos y académicos. Se habló especialmente en el ámbito cristiano reformado y evangélico, como es lógico; pero también en el católico. En España el colofón de las celebraciones con motivo de la Reforma se materializó en un culto especial el día 28 de octubre, del que dio cuenta TVE en directo. Desde un punto de vista histórico, dichas celebraciones, era lo menos que se podía esperar. Ánimos y medios materiales y humanos no se escatimaron.

Concluidas dichas celebraciones de la Reforma nos preguntamos si los cambios profundos que se han producido en la ciencia, en la filosofía y en la teología, durante esos cinco siglos desde tal efemérides, habrán significado algo. ¿No han interpelado dichos cambios a los supuestos pilares de la Reforma, como son las “cinco Sola”: Sola Escritura, Sola Fe, Solo Cristo, Sola Gracia y Solo gloria a Dios?

Raquel Molina, profesora de la Facultad de Teología de la Unión Evangélica Bautista de España (UEBE), a quien correspondió exponer la palabra en el culto citado, declaró con convicción y no poco entusiasmo las “cinco Sola” como la herencia teológica del protestantismo. No dijo nada incorrecto, se limitó a recordar el significado y las implicaciones de dichas “cinco Sola”. Pero respecto a estas “cinco Sola”, ¿hemos “caído en la cuenta” de que los conceptos teológicos y el lenguaje religioso del protestantismo actual sigue anclado en el siglo XVI, arraigado por lo tanto en un paradigma obsoleto, según apuntan algunos teólogos progresistas tanto católicos como protestantes?

Es bueno recordar que fue el protestantismo del siglo XVIII quien abrió las puertas de la nueva hermenéutica y de las ciencias bíblicas (Friedrich D. Ernst Schleiermacher), que tanto ha supuesto para la interpretación de la Biblia y los avances teológicos durante los dos últimos siglos. Luego le tocó el turno a la Iglesia católica, concretamente desde el Concilio Vaticano II, alejándose del literalismo bíblico y de la perniciosa afirmación “fuera de la Iglesia no hay salvación”, reconociendo así no solo a los “hermanos separados” sino abriendo nuevas perspectivas teológicas a la interreligiosidad (Teología del pluralismo religioso, José María Vigil). Estos autores que hoy ponen rostro al sector progresista católico –¡que cayeron en la cuenta!– son líderes en los estudios bíblicos y teológicos con la asistencia de las ciencias sociales, la arqueología moderna, la antropología social y otras disciplinas indispensables. Por el contrario, ha sido cierto sector del mundo evangélico el que ha retrocedido debido al colonialismo teológico fundamentalista americano y su poder económico.

¿Cómo vamos a seguir considerando que millones de personas de otras religiones y fes distintas a la cristiana, durante dos milenios, se hayan condenado –y estén condenándose– eternamente por no conocer el evangelio de Jesús, o por rechazarlo tal como se lo hicimos entender nosotros? ¿Cómo entender que “solo” la Biblia sea la única fuente de conocimiento para llegar a saber cuáles son los “signos del reinado de Dios que salvan”? ¿Cómo vamos a seguir diciendo que los millones de musulmanes, hindúes, budistas, animistas… están condenados si no aceptan a Jesús como “único camino al Padre”? ¿No han sido suficientes dos milenios para llenar la tierra del evangelio que salva? ¿Es mismísima palabra de Jesús el “id y predicad el evangelio hasta lo último de la tierra”? ¿Cómo entender Hechos 10:28 y 11:18 a la luz de dicha comisión?

¿No habrá que releer la “sola Escritura” desde una hermenéutica diferente, desde los conocimientos que nos aportan las ciencias sociales, la historia de las religiones, las ciencias bíblicas actuales…? ¿No será que necesitamos una “reforma” de la Reforma en profundidad? ¿No será que una “reforma” no baste, y que sea necesaria una “ruptura” con el viejo paradigma agotado, como hoy afirman muchos teólogos, tales como John Shelby Spong, John Robinson, Andrés Torres Queiruga, José María Vigil (anglicanos los dos primeros y católicos los dos últimos)?

En el presente número de Renovación incluimos el primero de cuatro artículos (bajo el título genérico de Teología del pluralismo religioso) que iremos publicando sucesivamente de José Mª Vigil: “Casi viente siglos de exclusivismo cristiano”, y otro de Mª Dolores Prieto Santana: “El diálogo interreligioso enriquece la espiritualidad humana”, que nos abren una perspectiva diferente y una alternativa al fundamentalismo religioso.

¡Feliz Año Nuevo!

Emilio Lospitao