El reino de Dios ha llegado a vosotros, Lucas 11,20


Independientemente de la naturaleza escatológica de algún “Reino de Dios”, (y de lo que esto signifique), la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret apuntaban hacía una realidad del “reinado de Dios” que predicaba. La afirmación de Jesús: “si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Luc. 11:20), era una forma de remitirse a su ministerio, a su forma de hacer, de vivir y de enseñar. Es decir, la praxis del “reinado de Dios” que Jesús predicaba tenía una dimensión absolutamente mundana (en y para este mundo). La “buena noticia” era Jesús mismo y su estilo de vida. Pero la praxis de dicho “reino”, expresado en el estilo de vida de Jesús, chocaba con los prejuicios y los intereses de la época en todos los estamentos: familiar, social, político y religioso. Si Jesús hubiera vivido en nuestra sociedad habría encontrado la misma oposición y de los mismos estamentos, especialmente el religioso, que contribuyó a su condena y muerte.

Y es que el “reinado de Dios” que Jesús predicaba subvertía los convencionalismos sociales, políticos y religiosos de su época. Esta “subversión” la percibimos en la manera que reaccionaron los sectores más representativos de la sociedad israelita, incluida la propia familia carnal de Jesús. En cualquier caso, lo que hemos de entender es que el modo de vida de Jesús (su forma de ser y de hacer) era la expresión auténtica del “reinado de Dios”. Por ello, Jesús se convirtió en…

a) Un quebradero de cabeza para los suyos: “Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí” (Marcos 3:21). “Los suyos” era su familia más directa, su madre y sus hermanos, quienes se sentían deshonrados por el comportamiento de Jesús.

b) Un reto para las gentes del vulgo: “¿Eres tú el que había de venir?”, preguntaban algunos; “Demonio tiene, y está fuera de sí, ¿por qué le oís?”, decían otros; “¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?”, argüían los demás (Luc. 7:19; Jn 10:20-21). Jesús desenredó todas las seguridades religiosas que las gentes encontraban en la práctica de la religión. Les enfrentó con sus propias vidas; lo importante no era lo que hacían o dejaban de hacer (rituales), sino lo que eran como personas.

c) Una provocación para los líderes religiosos: “Este hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo” (Jn. 9:16). ¿Cómo podían aceptar a Jesús –ni siquiera como un profeta–, si quebranta lo más sagrado, que era cumplir el descanso sabático? ¿Cómo iba a ser más importante el hombre que el sábado?

d) Un desafío para el poder político: “Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar” (Lucas 13:31). Lo que más teme un gobernante político (o religioso) es que alguien cree inquietud, división de opiniones, entre las gentes que gobierna. Judea en el tiempo de Jesús era un nido de “mesías” revoltosos. Roma no perdonó a ninguno, tampoco a Jesús. El gobernante de hoy, sea político o religioso, no ha cambiado nada.

Pero, ¿por qué la familia de Jesús pensaba que estaba “fuera de sí”?

No era porque daba de comer a los hambrientos o curaba a los enfermos. No. Pensaba que estaba “fuera de sí” porque nadie en su sano juicio hubiera hecho lo que Jesús hacía: contravenir los convencionalismos religiosos, juntarse con personas reconocidas como “impuras” (enfermos, publicanos, pecadores, prostitutas…)… “los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (Luc. 15:2).

Con su actitud Jesús no sólo se deshonraba a sí mismo, sino que deshonraba también a su familia. Por eso “los suyos” fueron a buscarle –su madre y sus hermanos (Mar. 3:21, 31-35)–. “Los suyos” no podían entender que el comportamiento de Jesús tuviera algo que ver con algún “reinado de Dios”.

La pregunta crucial que nos interpela hoy es: ¿qué tiene que ver lo que predicamos desde nuestros púlpitos con aquel “reinado de Dios” que Jesús predicaba?

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño