Cuando la muerte no evoca un lamento


Cuando el feminismo fue tomando auge aparecieron los mensajes misóginos condenando el atrevimiento de los movimientos feministas por reivindicar los derechos civiles que reclamaban para las mujeres. Esta misoginia era más patente en el entorno religioso, porque dicha reivindicación suponía todo un reto a los textos bíblicos que imponía la tutela del varón sobre las féminas, primero del padre y luego, casada, del marido.

Especialmente el siglo XX, y con más ahínco lo que va del XXI, se caracteriza por el derrumbe de una cosmovisión de la vida que muchos ven obsoleta. La “batalla” del feminismo ya la tienen perdida los misóginos: la mujer ha logrado conquistar puestos que eran exclusivos del varón, en todos los estamentos y esferas de la vida. Los ánimos están más calmados. Era normal que así fuera. No ocurre lo mismo con otras reivindicaciones, como es la referente a la sexualidad y el género. En principio porque no distinguen sexo y género.

Como ocurría con el estatus (tutela) de la mujer, que se enarbolaba el mensaje bíblico (“la mujer esté sujeta a su marido”, etc.), también ahora se cita la famosa declaración de “varón y hembra los hizo Dios” para negar cualquier otra realidad sexual o de género. Tendrá que pasar al menos otro siglo para “caer en la cuenta” de que los textos bíblicos no son ciencia exacta ni intentan imponer una manera de entender la vida de las personas, de todas las personas.

No pasa un día que los titulares de los periódicos den cuenta de alguna barbaridad cometida contra el colectivo gay. Ocasión que aprovechan los “portavoces de Dios” para poner su granito de arena a favor de la homofobia. No pasaron ni 24 horas del atentado de Orlando (EEUU) el pasado mes de junio, donde murieron 49 personas y fueron heridas otras 50, pertenecientes al colectivo LGTB, para que el pastor bautista Roger Jiménez hiciera público su convicción de que tales muertes eran un juicio de Dios. Literalmente dijo: “Hey, si me preguntan ¿estás triste que 50 pedófilos murieron hoy? No. Yo creo que es grande. Creo que eso ayuda a la sociedad. Creo que Orlando, es un poco más seguro de esta noche de la Florida” (sic). Aseguró además el pastor Roger Jiménez, en Sacramento (EE. UU.), que “los cristianos no debían lamentar la muerte de 50 sodomitas”.

La cuestión es la siguiente: Toda muerte, de quien sea, evoca un lamento. Debe evocar un lamento. Al menos para cualquier persona sensible, y más si se trata de una que se declara “cristiana”. Cualquier insensibilidad al respecto, proceda de donde proceda, es otra forma de cultivar y potenciar odio y rechazo por el simple hecho de enamorarse y sentir atracción hacia otra persona del mismo sexo. O sea, por amar a otra persona y desear compartir la vida con ella como lo hace el colectivo heterosexual.

Emilio Lospitao