¡Es la hermenéutica, …!


No estoy seguro si la tensión teológica entre las Iglesias históricas y las Iglesias evangélicas en España se debe a que las primeras han sabido evolucionar reconciliándose con la modernidad, mediante el estudio y la formación teológica de sus ministros, distanciándose de las segundas, o se debe (además de esto) a la influencia que ha ejercido el conservadurismo norteamericano sobre estas a través de la financiación y los movimientos religiosos paraeclesiales que trabajan en España desde hace varias décadas. No soy un experto en este tema, pero mis indagaciones me llevan a pensar en esto último. Doctores tiene la iglesia.

Esta realidad (“la tensión teológica”), que así la percibo yo, de manera muy general, no es una cuestión baladí. Su etiología es profundamente hermenéutica. Se trata de la manera en que se lee y se interpreta la Biblia. Mientras que el mundo evangélico español ha venido mamando de la ubre teológica conservadora norteamericana, tendente al literalismo en la interpretación bíblica (de ahí la frase tan repetida de “lo dice la Biblia” o, en su caso, de manera análoga, “lo dice la Palabra de Dios”, identificando un texto literario con la mismísima palabra de Dios), las Iglesias históricas se han nutrido mayoritariamente de los estudios y la formación teológica de Europa, especialmente de Alemania. Esto que acabo de afirmar es muy generalista, por supuesto. Pero no fue en Europa, sino en EE.UU. donde se formuló la serie de Fundamentos para salir al paso de los cuestionamientos que venía presentando desde mucho antes la Ilustración. Por el contrario, fue Europa (los expertos ilustrados de este continente) quien se dio cuenta de las consecuencias que la modernidad traía aparejadas. Ya no se podía mantener el concepto de un Dios que estaba en los cielos, y que desde los cielos hacía a su antojo mandando enfermedades, terremotos y tsunamis por doquier debido a la maldad de los hombres. Ni tampoco se podía mantener la idea legendaria de un Dios que “detiene el Sol” al ruego de un Josué, o que hace aparecer dos osos para matar a 42 niños por la maldición lanzada por un profeta herido en su ego debido a que tales niños se habían burlado de él. Y cientos de historias bíblicas más. Este conservadurismo religioso sigue erre que erre con la “inerrancia” de la Biblia; pero sospecho que cuando percibe lo que significa eso, se da cuenta también del callejón sin salida en el que está metido.

Pues bien, este es el meollo de la tensión recién manifestada en España por la decisión de una de estas Iglesias históricas, la Iglesia Evangélica Española (IEE), de optar por ser una “iglesia inclusiva” respecto a las personas  homosexuales (lgtb). Es decir, por abandonar la posición homófoba que el conservadurismo cristiano viene manteniendo, primero en EE.UU., y luego, como a la zaga, en España (y demás países que se caracterizan por su homofobia debido a su cultura religiosa ya sea cristiana o islámica… ¡siempre el binomio sexo/religión!). ¡Y todo por unos textos interpretados al margen de su contexto religioso y cultural! ¡Lo dice la Biblia, dicen! A los dirigentes de este sector religioso conservador no les falta erudición académica (algunos tienen doctorados), lo que les sobra es mucha ideología.

Así que ya tenemos servida una polémica (¿conservadores versus liberales?) que puede derivar en un distanciamiento aun mayor entre el mundo evangélico (representado en este caso por el Consejo Evangélico de Madrid) y la Iglesia Evangélica Española. El dios simbólico de la tradición y de la exclusión frente al Dios Padre de Jesucristo, que hacía salir el sol y mandaba la lluvia tanto para los buenos como para los malos. Sospecho que esto va a ser irreversible. En ningún otro campo existe tanta obcecación como en el religioso.

Emilio Lospitao