…y en la tierra paz


Una vez más Europa se sobrecoge de estupor por la barbarie de unos desalmados cuyo único objetivo es someter a los que no piensan como ellos bajo el yugo del miedo. Pero esto no ocurre solo en Europa, ni porque las raíces religioso-culturales de esta sean cristianas. Pensar así es puro etnocentrismo. La mayoría de las 32.658 víctimas por terrorismo durante 2014 se produjeron en países de la Media Luna: Siria, Afganistán, Somalia, Irak… donde gran número de las víctimas fueron musulmanes. Estos canallas se embriagan con la sangre de sus víctimas de forma indiscriminada.

El monstruo

En el caso de los yihadistas que atentan en Europa, los analistas políticos coinciden en la complejidad de esta “guerra” (algunos ya la llaman la Tercera Guerra Mundial), porque no se trata de un ejército convencional, visible, que se acerca en formación, armado, hacia su objetivo; sino que sus “efectivos” visten de paisano, hacen vida normal como todas las personas, saludan a los vecinos en el portal de sus casas… hasta que llega la hora “H” en la que han decidido sembrar el pánico aniquilando indiscriminadamente la vida de todos los que se pongan a tiro. La complejidad llega a su cota máxima cuando estos “efectivos” no temen perder la vida; es más, no solo dan por hecho que la perderán, sino que deciden ofrecerla deliberadamente con el único objetivo de llevarse por delante a cuantos más mejor, inmolándose. Contra este tipo de enemigo, dicen estos analistas, es muy difícil luchar. Si acaso, limitar su capacidad estratégica en su origen, donde reciben formación ideológica y militar.

Por supuesto, atentados han ocurrido en todos los lugares y en todas las épocas, de igual o diferente naturaleza y por motivos distintos. Pero el origen de esta “guerra” cuenta con factores muy concretos y cercanos en el tiempo. La actual candidata a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata, Hilary Clinton, denunciaba hace unos años ante el Congreso el error que su Gobierno había cometido ofreciendo armas y logística a los afganos en su lucha contra Rusia, creando así el monstruo que ahora se revuelve contra todo y contra todos. En estos días, en plena campaña electoral, afirmó: “Mi apoyo a la guerra de Irak fue un error. Así de simple”. Esta guerra a la que se refiere la candidata, siendo presidente George Bush, no solo segmentó social, política y económicamente al país, sino que lo convirtió en el nido de AL QAEDA y ahora de DAESH. De aquellos polvos estos lodos.

La religión

La religión, por ambos lados, como pretexto, no está ajena de esta “guerra” (recordemos que fue gracias a los votos de los evangélicos fundamentalistas que los Bush (padre e hijo) lograron la presidencia al amparo del apocalíptico “Eje del Mal”). El Islam, durante su expansión militar en Oriente Medio (siglo VI), que llegó a las puertas de Europa, respetó las creencias de los conquistados, especialmente de las religiones del Libro. Hasta la fundación del moderno Estado de Israel (1948), judíos y árabes (tanto musulmanes como cristianos) convivían juntos. En España convivieron durante siglos cristianos, musulmanes y judíos. Fue el fanatismo religioso de algunos príncipes cristianos, a instancia de la Iglesia, que decidió expulsar a musulmanes (la reconquista) y a judíos. La unidad de España –decían– exige la uniformidad de religión. Este concepto seguía vivo en el tiempo de la Reforma protestante. Recientemente, estas fricciones religiosas han ido in crescendo por la efervescencia de movimientos religiosos fundamentalistas cristianos que se meten en la boca del lobo con el propósito de convertir al cristianismo a los musulmanes, exhibiéndose como “mártires” cuando son víctimas de agresiones por parte de aquellos. Quizás los cristianos tengamos que reflexionar sobre la imagen de un Dios que salva en función de las creencias y no tanto por lo que las personas son y hacen.

Entrados en el siglo XXI, estaría bien que leyéramos el pensamiento del teólogo católico Hans Küng cuando afirma que “no habrá paz en el mundo hasta que haya paz entre las religiones”, porque estas, particularmente las monoteístas, han provocado muchas guerras durante el curso de la historia reciente en las cuales perdieron la vida millones de personas. Y todo eso en el nombre de Dios.

Con el deseo que la Navidad sea una ocasión para hacer valer su significado: “Paz entre los hombres y mujeres de buena voluntad”.

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño