«La mujer esté sujeta a su marido…»


Que una mujer hoy sea machista, en principio, parece una paradoja, pero haberlas las hay. Al menos desde el punto de vista de lo que culturalmente el machismo ha significado hasta hace poco más de un siglo y medio. En Occidente fue la religión judeo-cristiana la que vino manteniendo el machismo estructural que exigía el patriarcalismo milenario, sobre todo porque ese patriarcalismo es la columna vertebral de la Biblia.

Fue el movimiento obrero, a mediados del siglo XIX, y a tenor del socialismo marxista, quien abanderó la “cuestión femenina” en virtud de la teoría general de la historia (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado – Friederich Engels) que ofrecía una nueva explicación del origen de la opresión de las mujeres. Así, el movimiento “feminista” nace inmediatamente después de la independencia de los Estados Unidos y de la Revolución Francesa, especialmente reivindicando la igualdad jurídica, las libertades y los derechos políticos. ¡Los derechos que hoy tienen las mujeres –también las “machistas”– se los deben a aquellos movimientos feministas que lucharon saliendo a la calle sufriendo todo tipo de escarnio y persecución!

Pues bien, casi un siglo y medio después del comienzo de aquellas reivindicaciones sociales y políticas, y gracias a ellas, hoy la mujer goza, al menos en teoría, de los mismos derechos jurídicos, sociales y políticos que los varones. La conquista de estos derechos es incompatible con el modelo patriarcal, donde la mujer era “propiedad” del varón, estaba, por lo tanto, subordinada a él por razón de su sexo, primero al padre y luego al esposo. Y es gracias a estas conquistas que los textos sagrados que señalan la sujeción de la mujer al varón sean hoy obsoletos. En la jurisprudencia de las sociedades modernas no tiene cabida el patriarcalismo, tampoco el de la Biblia.

Por eso resulta paradójico que hayan mujeres, tengan la edad que tengan, que evoquen dichos textos bíblicos como la “voluntad de Dios” para ellas. No es paradójico que lo hagan los pastores o predicadores desde los púlpitos donde enseñan y adoctrinan, pues ello les legitima para mantener el rol patriarcal y discriminatorio entre el hombre y la mujer. Es tan sencillo como citar esos textos de la Biblia y apostillar: “Así dice el Señor”.

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño