Bibliolatría


El “idólatra” no acepta que él esté adorando a un ídolo (entiéndase por ídolo la imagen de un animal, una persona, un dios imaginario, etc. hecha de piedra, madera u otro material, o simplemente un icono). Ya en los primeros enfrentamientos dialécticos entre los cristianos y los “paganos”, a quienes los primeros acusaban de idólatras porque estos adoraban las imágenes que representaban a sus dioses, se discutía qué era un “idólatra”. Los paganos se defendían diciendo que ellos no adoraban a las imágenes, sino a sus dioses representados en ellas. Esta defensa es muy vieja, pero también muy nueva, es la defensa de siempre. Es decir, la imagen, o el icono, era solo una representación del objeto/sujeto adorado (el dios). Así de simplista era el concepto “idolatría”, que está vigente, particularmente, en círculos Evangélicos, sobre todo para poner en el punto de mira la veneración de los “santos” y las “vírgenes”, a través de sus imágenes e iconos, de la Iglesia Católica Romana. Una lectura atenta de los profetas de la Escritura hebrea, sin embargo, idolatría es todo aquello que suplanta mental, emocional y espiritualmente al Dios Uno y Único. Más aun: es idolatría también toda “imagen” (mental, conceptual, teológica..) que se construye de ese Uno y Único Dios. Dicho esto, paso a disertar sobre la bibliolatría.

¿Qué es la bibliolatría?

Según lo expuesto más arriba, bibliolatría es la sobrevaloración afectiva, emocional y espiritual sobre el libro, no importa su formato, llamado “Biblia”. Y caemos en la bibliolatría:

Cuando identificamos el texto de los libros que forman la Biblia, rico y variado en estilos literarios, con la “mismísima” palabra de Dios como si el texto en sí hubiera sido dictado al oído del escritor. Porque ahora, al tener fijado por escrito la oratoria verbal de Dios, solo debemos poner atención al texto al margen de Dios mismo.

Cuando evocamos el libro llamado Biblia con una carga reverencial tanto en el acto verbal como gestual, evidenciando cierta afectación emocional hacia el libro que solo y simplemente nos habla acerca de Dios y sus manifestaciones en la historia.

Cuando, por eso mismo, no solo se reverencia y se exhibe dicha afectación emocional hacia el libro llamado Biblia, sino que sus enuncios, afirmaciones y relatos se convierten en dogmas atemporales y al margen de los principios hermenéuticos que permiten discriminar qué enuncios, afirmaciones y relatos conservan su vigencias y cuáles no.

Conclusión: el fundamentalismo cristiano, en lo que se refiere a la Biblia, es otra forma de idolatría camuflada con un manto de falsa piedad. ¡Pero el bibliólatra, como el idólatra, tampoco aceptará que lo es!

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño