Lo que no es lícito (Mar. 2:23-28)


Éste es uno de los breves relatos que componen la parte introductoria del Evangelio de Marcos. El autor ya ha dicho al comienzo de su obra que lo que sigue es el “principio del evangelio de Jesús”; es decir, el comienzo de la “buena noticia” de Jesús. El término “Evangelio”, en el sentido que hoy le damos para referirnos a la narrativa de los evangelistas, todavía no se conocía como tal; Marcos usa esta palabra en el sentido genérico del término griego, que significaba “llevar una buena noticia a alguien” (en el judaísmo, por ejemplo, comunicar al padre que le ha nacido un hijo varón – ver Jeremías 20:15). Pues bien, en los primeros siete capítulos de su obra, Marcos escenifica en qué consistía la buena noticia de Jesús, en la cual se ubica nuestro relato.

EL HECHO QUE PROVOCÓ LA HISTORIA DEL RELATO

En un día de reposo, sábado, Jesús caminaba con sus discípulos junto a un sembrado del cual estos cogieron algunas espigas para comer. Los fariseos, testigos de esta acción, les reprochó a Jesús: ¿por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito?

Cualquier día de la semana hubiera sido lícito coger algunas espigas para comer, sin usar una hoz (Deuteronomio 23:25); pero esto lo estaban haciendo en sábado, y en este día estaba terminantemente prohibido hacer algún trabajo. Los rabinos habían clasificado los trabajos en treinta y nueve categorías diferentes, a los que llamaban «los trabajos padres», cuatro de los cuales eran segar, aventar, trillar y preparar una comida. Estos fariseos estaban acusando a los discípulos de Jesús de haber quebrantado esas cuatro prohibiciones. Para estos religiosos, quebrantar el sábado era una cuestión de vida o muerte (ver Éxodo 31:14-15).

JESÚS LES HABLÓ EN SU PROPIO IDIOMA

El perfil de las personas religiosas, en especial las fanáticamente religiosas, es igual en cualquier latitud del mundo, de cualquier religión y de cualquier época: funcionan a golpes de textos sagrados; en el fundamentalismo cristiano, la Biblia. Los fariseos de nuestro relato estaban, indirectamente, citando la Escritura cuando le dijo a Jesús: “no es lícito”. Jesús respondió a estos fariseos con una historia “bíblica” (¡un texto sagrado!), según la cual un sacerdote, a falta de pan común, había ofrecido a David (un fuera de la ley en aquel momento) el pan de la proposición (1 Samuel 21:1-6), que era un pan sagrado (Éxodo 25:23-30). Además, porque era un pan sagrado, cuando se cambiaba cada semana, debía ser comido por los sacerdotes y por nadie más, según una indicación divina (Levítico 24:5-9).

ALGUNAS ENSEÑANZAS DE ESTE RELATO

Primera, que lo verdaderamente “sagrado” no es el día cuando se adora a Dios (sea un viernes, un sábado o un domingo, días señalados por las religiones del Libro), sino el hombre, ¡y esto ya era –y es- una buena noticia! ¡Las personas son más importantes que las normas!

Segunda, que el testimonio cristiano no consiste en “dejar de hacer cosas” en un día particular, aun si se trata de un día “sagrado”, sino en “hacer cosas buenas» en cualquier momento, no importa qué día sea.

Tercera, que el testimonio cristiano es una cuestión de oportunidades; y éstas están fuera del control de nuestra agenda. Debemos “estar” donde están las necesidades y responder ante ellas según nuestras posibilidades: ¡El Buen Samaritano! (Lucas 10:25-37).

Cuarta, que en el servicio a Dios cuentan las prioridades. En la historia de David la prioridad era el sustento de una persona hambrienta, aunque para alimentarla hubiera que coger el «pan sagrado», que solo un sacerdote podía comer… ¡quebrantando con ello el mandamiento divino!

Quinta, que es buena noticia aquello que libera al ser humano de cualquier clase de legalismo, sobre todo si es religioso, porque éste niega la razón de ser del evangelio, que es por principio liberador. Y es buena noticia porque todo lo que libera dignifica al ser humano.

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño