El porqué de la teologización


Las personas que componían las iglesias del cristianismo primitivo compartían las leyes, las costumbres, la dieta, el vestido, los roles, los códigos domésticos… de sus coetáneos. El Nuevo Testamento da cuenta de todo esto. No obstante, la nueva fe aceptada les hacía sentirse distintos a las demás personas que no habían aceptado dicha fe. Esto por sí solo originaba ya una tensión dialéctica que se vivenciaba en lo cotidiano. El peligro consistía en que los “fieles” a la nueva fe se dejaran arrastrar y abandonar el camino emprendido. Había que concienciar y catequizar a los ganados para la causa, y aquí entra el lenguaje teologizado, “los de afuera”, “los del mundo”, etc. Ahora bien, este uso del lenguaje, con esas pretensiones, no era –ni es– una exclusiva del cristianismo primitivo, sino de cualquier entidad donde esté en juego la pertenencia del grupo. Así pues, tenemos, al menos, las siguientes explicaciones.

1. Es una dinámica de grupo

En todas las actividades grupales, sea de la naturaleza que sea, se fomenta el sentido de pertenencia al grupo, de ahí “los de adentro” y “los de afuera”, “los otros” frente al “nosotros”. Es decir, se fomenta lo endogámico. Este fenómeno ocurre generalmente en todos los grupos, ya sean gremios profesionales, equipos deportivos, artísticos, etc. Es un fenómeno sociológico universal. La Iglesia no fue ajena a este fenómeno. En la esfera religiosa, se “teologiza”; en la esfera profana, se idealiza e incluso se ideologiza. La idealización no es mala; al contrario, sirve de horizonte, de norte. Lo grave es cuando la ideología fanatiza, alinea, degrada, corrompe.

2. Fortalece los vínculos del grupo

El sentido de pertenencia a un grupo fortalece los vínculos personales entre los “miembros del grupo”. Pablo escribe a los colosenses: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones…” (Colosenses 3:16) y a los cristianos de Éfeso: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Efesios 5:19). Las palabras claves de estos textos radica en la forma plural de los verbos: “enseñándoos”, “exhortándoos”, “entre vosotros”, lo cual implica proximidad y reciprocidad.

3. Anima ante la adversidad y los conflictos

Esporádicamente, y en algunos lugares del imperio, la Iglesia sufrió persecución. En ocasiones esta persecución fue local y ocasional (p. ej. Hechos 16:20-24; 17:5-9). Pero sabemos que esta persecución fue más amplia en el tiempo y en el espacio durante el mandato de algunos emperadores romanos (Nerón, Domiciano, etc.). Uno de los libros más beligerante en el lenguaje (aunque figurado) del Nuevo Testamento es Apocalipsis. El mensaje de este libro es un reto a la política religiosa de Roma en el tiempo de Domiciano (51-96 d.C.), pero también es un mensaje de aliento y ánimos a una Iglesia objeto de persecución (p. ej. Apoc. 17-20). El autor de 1Juan, que pertenece a la misma época, dice: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4). La palabra mágica, en momentos de pruebas, es victoria: “los habéis vencido”.

4. Da coherencia a la enseñanza

El mayor hándicap de un maestro es que su exposición, además clara, perdure en el tiempo en la mente de sus discípulos. Y nada es más eficaz para lograr esto que las ideas vayan acompañadas de imágenes, de historietas, ilustraciones cotidianas. Jesús logró este objetivo mediante las parábolas, fáciles de recordar y de relacionar con las cosas cotidianas. Pablo también fue un maestro en estas lides. Pero sobre todo, el Apóstol buscaba la coherencia. Un ejemplo de esto es la alegoría que formuló de la historia de Sara y Agar: “Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre” (Gálatas 4:30-31. cf. Génesis 16). De hecho, Pablo es quien más usa estos recursos pedagógicos para dar coherencia a sus enseñanzas y exhortaciones, como vemos en la teologización de las instituciones y del lenguaje.

5. Incentiva la evangelización (proselitismo)

Independientemente de la Gran Comisión, que la Iglesia sintió como deuda propia respecto al mundo, por su naturaleza, originalidad y singularidad, desde un punto de vista sociológico, la Iglesia encontró una razón indiscutible para ganar a otros al grupo que ella representaba. Por ello, el autor de las Pastorales, exhorta: “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo 4:2). Y así es en el mejor de los casos. En el peor, se convierte en un burdo proselitismo mediante el cual algunos grupos religiosos tienen como leitmotiv su exclusivismo y el afán de ganar miembros a su propio círculo.

¿Podemos absolutizar la teologización que hacen los autores del Nuevo Testamento de las instituciones y del lenguaje?

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño