A votar…


El próximo día 24 de mayo l@s españolit@s de 18 años para arriba podremos hacer uso de nuestro derecho a elegir a nuestros representantes en los órganos de gobierno de las Comunidades Autónomas y de los Ayuntamientos. La experiencia de la CCAA andaluza nos presagia que algo parecido podría ocurrir en las demás CCAA, incluso en los Ayuntamientos. El partido con mayor número de votos necesitará el apoyo de alguno de los partidos emergentes para gobernar. Que el partido más votado tenga que pactar con otro, incluso de ideología distinta, no es una novedad en la política. En cualquier caso, las presentes elecciones del 24M están condicionadas por varios e importantes factores. En primer lugar, por la fragmentación social producida por la crisis económica, en la que las clases medias y bajas están siendo las más perjudicadas (¡los ricos son más ricos!). En segundo lugar, por los recortes en áreas tan sensibles como la sanidad, la educación, la asistencia social, el desempleo, etc., que han mermado considerablemente el Estado del Bienestar. En tercer lugar, y el más notorio (por la alarma social que produce), la corrupción de algunos (demasiados) políticos y empresarios, que ha quedado demostrado que venía produciéndose desde hace décadas.

¿Qué harían hoy en estas condiciones socio-políticas
los profetas Oseas y Amós, por ejemplo?

Afirmar qué harían estos profetas del antiguo Israel hoy, es una especulación. Lo que sí podemos decir es LO QUE hicieron en situaciones problemáticas socio-políticas de su tiempo. Y en la praxis de estos profetas se fundamenta el término “profético” relacionado con el mensaje y la actitud de la Iglesia en cualquier período de la Historia. Las Iglesias en general –salvo raras excepciones–, ante estas situaciones socio-políticas, suelen mirar para otro lado. O mejor dicho, suelen mirarse el ombligo. La cosmovisión de estas Iglesias –salvo esas excepciones– es que ellas “no son de este mundo”, por eso gastan sus energías en “alimentarse espiritualmente” en el interior de sus templos, alabando, orando y proclamando mensajes apocalípticos contra “el mundo”. Esta es la parte que se ve (basta visitar sus templos), pero la que no se ve (pero muy efectiva), y de la que son cautivos los más ingenuos, tiene una dimensión política perversa, porque induce a apoyar a sistemas facistoides por el simple hecho de que estos se presentan como defensores de la “vida” y de la “moral” cristiana. Quizás el dicho es verdadero: Los pueblos tienen los gobernantes que merecen. No estamos seguros que no sea así también en las iglesias.

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño