A propósito de una consulta


Del 5 al 19 de octubre de 2014 la Iglesia Católica Romana celebrará un sínodo extraordinario sobre la familia. Antes de este sínodo el papa Francisco quiere saber qué piensan los feligreses sobre temas tan controvertidos como: el divorcio, el aborto, la homosexualidad… Para ello ha facilitado un cuestionario con 38 preguntas de este estilo: ¿Las parejas separadas o divorciadas y casadas de nuevo son una realidad pastoral en su Iglesia? ¿Cómo afrontarlo?
¿Podría una simplificación de la práctica canónica reconocer la nulidad del vínculo matrimonial contribuir a solucionar los problemas de las personas afectadas?
¿Cuál es la actitud de las Iglesias locales y particulares hacia el Estado como promotor de las uniones civiles entre personas del mismo sexo y hacia los involucrados en éstas? ¿Qué atención pastoral se puede dar a estas personas?
En el caso de las uniones de personas del mismo sexo que han adoptado niños, ¿qué se puede hacer a nivel pastoral para transmitir la fe? ¿Cómo se acercan a la Iglesia los padres que están en esta situación? ¿Qué es lo que piden?
 ¿Saben los cristianos de hoy cómo evaluar moralmente los diferentes métodos de planificación familiar? ¿Podrían sugerirse ideas pastorales?
¿Cómo puede promoverse una actitud hacia la opción de tener hijos? ¿Y promoverse un aumento de la natalidad?
¿Qué otros retos o propuestas relacionadas con los temas de las preguntas anteriores cree urgente y útil tratar?…

En Religión Digital.es se dice que “por primera vez en la historia”, todos los cristianos pueden expresar su opinión, gracias al cuestionario vía Internet, de manera individual, sin filtros ni mediaciones, sobre tales cuestiones. En cualquier caso habrá que esperar a octubre de 2014 para conocer a fondo en qué queda todo esto. De momento la noticia es, sin lugar a dudas, singular, sorprendente y, sobre todo, positiva. ¡Ya era hora!

Una experiencia de este tipo es posible, no solo en la ICR, sino en cualquiera de las otras Iglesias históricas, por sus estructuras organizativas. No sería tan fácil coordinar y desarrollar este tipo de consulta entre la multitud de Iglesias del campo Evangélico, tan individualistas y variopintas además.

Independientemente de la posibilidad o no de esta consulta entre las múltiples Denominaciones Evangélicas como un todo, la consulta en sí debería convertirse, al menos, en una propuesta en el seno de cada una de las Denominaciones por separado. En aquéllas cuya organización sea congregacionalista, debería ser posible a nivel de congregación, por muy pequeña que ésta fuera. La cuestión de dicha consulta, más allá de los resultados de la misma, es el hecho en sí de poder llevarse a cabo. Realizar esta consulta significaría que en el seno de estas comunidades se otorga a los feligreses una mayoría de edad espiritual, además de mostrarles el respeto que, como individuos con opinión propia, merecen. Si se considera que los feligreses no están maduros para tal consulta, entonces el problema es otro, y muy serio.

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño