¿Postmodernidad?


Por “posmodernidad” se entiende un periodo histórico, cultural, artístico… que sucede a otro denominado “modernidad”. El teólogo católico Hans Küng usa el término “paradigma” para estudiar las diferentes etapas de la historia de la Iglesia (Hans Küng, “Cristianismo”, Trotta). El historiador, por simple pedagogía, se esfuerza por delimitar estos “paradigmas” con acontecimientos datados de la historia; paradigmas que cabalgan en el tiempo superando periodos de la historia misma. Distinguir y poner nombre a estos paradigmas, ciertamente, facilita la tarea al doncente. Visto así, la “posmodernidad” no es otra cosa que la Modernidad que avanza abriendo nuevos horizontes en las diferentes áreas del pensamiento humano (filosofía, ciencia, tecnología, teología…).

En el siglo XVI (Erasmo), pero sobre todo en el XVII y en el XVIII –gracias a la Ilustración–, se inició lo que hoy conocemos como “Crítica bíblica”, que, como ciencia, nunca antes se había desarrollado. Antes de la “detonación” que impulsó la Ilustración (Copérnico/Galileo= heliocentrismo), todo se daba por sentado. En la Baja Edad Media (¡otro paradigma!), con recelo, ya se había aceptado la ciencia aristotélica, desde la cual se explicaba el mundo cosmológica y cosmogónicamente, cuya explicación concordaba perfectamente con los postulados de la Biblia (el mundo simbólico de la Biblia es geocéntrico). Pues bien, la Ilustración –que arrancó desde la tesis heliocéntrica, y con ella dio comienzo la ciencia moderna–, obligó a los exégetas y teólogos cristianos (católicos pero también protestantes), a examinar la exégesis bíblica y los conceptos teológicos que se habían mantenido de manera axiomática hasta entonces. Esta tarea, que comenzó en el siglo XVI con Erasmo de Róterdam (y luego la Alta Crítica), aún continúa, es imparable y no se debe detener por el bien del testimonio cristiano (¡a pesar del fundamentalismo!).

El aspecto emergente más importante –en lo que concierne a la Crítica bíblica (Exégesis/Teología)– es la filosofía hermenéutica que se esfuerza por explicar dialécticamente la tensión entre la ciencia (moderna) y los postulados bíblicos. Una dialéctica del lenguaje teológico mismo (anclado en el mundo simbólico geocéntrico) y de los conceptos teológicos, algunos de ellos sujetos a una hermenéutica obsoleta de la misma naturaleza que la del lenguaje. Es decir, el meollo de la cuestión es la hermenéutica, la contextualización en todos los niveles.

Aunque no resulte academicamente ortodoxo: la Modernidad no ha pasado; fue un proceso científico-cultural que comenzó en el siglo XVI, ha cubierto diversas etapas, todas progresivas (y progresistas), y seguirá cubriendo y superando otras etapas más, sin duda con otros nombres. La cuestión es que ciertos sectores del cristianismo (¡también y especialmente Evangélicos!) todavía no han asimilado este proceso. Se han quedado petrificados en el pasado y han decidido tirar hacia delante haciendo caso omiso a los descubrimientos que se han producido en todos los campos del conocimiento humano, tanto en las diferentes displinas de la Ciencia como en las ciencias bíblicas mismas, a raíz de aquellas. Si el movimiento cultural que desembocó en la Ilustración y en la Modernidad fue un huracán, éste aún continúa activo.

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño