Jesús y las impurezas


¡Así pues, lo que nadie en su sano juicio hubiera hecho era precisamente lo que Jesús estaba haciendo: juntarse y relacionarse con ese tipo de personas! Básicamente, los enfrentamientos que Jesús mantuvo con los escribas y los fariseos, fueron por causa de este tipo de impurezas: Arrancar espigas, curar a los enfermos… en sábado quebrantaba la ley (Mar. 2:23-24; 3:1-2), lo cual era abominable y deshonroso. Los Evangelios sinópticos insisten en que Jesús compartía mesa con los publicanos y los pecadores: “Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come”. (Lucas 15:1-2).

JESÚS Y EL REINO DE DIOS

Lo paradójico de todo esto es que en Jesús se hacía presente el “reino (reinado) de Dios”: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio (la buena noticia)” (Mr 1:15). ¡La “buena noticia” del reino de Dios era Jesús mismo y su estilo de vida! Pero “los suyos” no podían comprender que Jesús rompiera las “normas” sociales y religiosas de su tiempo, y mucho menos que su comportamiento representara el reino de Dios. “Los suyos”, pues, se sentían deshonrados con el proceder de Jesús, quien también se estaba deshonrando a los ojos de la gente. Quizás por este “mal ejemplo” sus hermanos no creían en él (Jn 7:5), y María, su madre, sufriría en silencio la incomprensible actitud de “este” hijo suyo.

LO QUE NOS ENSEÑA ESTA HISTORIA EVANGÉLICA

Primero, que los prejuicios pueden constituirse en un poderoso obstáculo para abrirse a otras formas de ver la realidad y para crecer en lo auténtico. Las enseñanzas y el hacer de Jesús supuso: a) Un reto para la gente (“¿Eres tú el que había de venir?”, preguntaban algunos, “Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿por qué le oís?”, decían otros, “¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?”, argüían los demás –Luc. 7:19; Jn 10:20-21); b) Un desafío para los líderes religiosos (“Este hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo” – Jn. 9:16); c) Un quebradero de cabeza para los “suyos”. ¡Cuántas discusiones debieron de oírse en el hogar de Jesús por causa de su manera de comportarse! ¡Por causa de los prejuicios que “los suyos”, al igual que el resto de las gentes, abrigaban!

Segundo, que solo el amor genuino supera los prejuicios. Junto a la cruz, después que todos le abandonaron, vemos a algunas mujeres, entre ellas a su madre, y a un solo discípulo: a quien Jesús amaba (Jn. 19:25-27). En esos momentos de confusión mental (Jesús estaba muriendo como un malhechor, en cierta manera se lo había ganado, pensarían), no obstante, estas pocas personas estaban adonde el amor te lleva: al lado de la persona amada, “a pesar de”. El amor auténtico supera los prejuicios.

Tercero, que solo el “hambre de saber” (inquietud intelectual) abre el entendimiento. Durante el ministerio de Jesús sus hermanos no creyeron en él. No obstante, luego, los encontramos en el Aposento alto junto con su madre y los otros discípulos (Hech. 1:14). La noticia de que Jesús había resucitado a la vida de Dios llegó hasta Nazaret, y los suyos “quisieron saber” qué había ocurrido exactamente. Llegaron, escucharon y creyeron. Los prejuicios se desvanecen con el conocimiento.

Emilio Lospitao

Renovación


En sus manos, estimado lector, tiene el primer número de la revista Renovación, sucesora de Restauromanía. En “sus manos” es un decir, salvo que imprima estas páginas, toda vez que esta revista se publica solo en formato digital. A continuación de esta editorial podrá leer una breve referencia sobre los nombres y sus significados de ambas revistas, que uno de nuestros colaboradores, Jorge Alberto Montejo, tuvo a bien de escribir cuando conoció la noticia de la nueva publicación. Así pues, nada más tengo que decir sobre lo que él ha dicho.

Renovación es sucesora de una revista que tuvo muy claro desde el principio cuál era su vocación en el contexto religioso en el que nacía. En este sentido la línea editorial de Renovación seguirá la misma orientación hermenéutica que su predecesora. Es decir, una hermenéutica interdisciplinar que tiene en cuenta el contexto social, político e institucional de los hagiógrafos. Se aleja, por tanto, del literalismo bíblico salvo cuando el contexto así lo exija. De aquí que la apología seguirá siendo el punto álgido literario en los trabajos de este editor. No obstante, esta revista, como lo fue Restauromanía, es abierta a la publicación de trabajos de colaboradores de líneas teológicas distinta a la del editor. Esto significa la decisión de respetar la opinión de dichos colaboradores sin hipotecar la propia. Así entiendo el espíritu ecuménico y fraternal genuinos. Esto no significa, sin embargo, que Renovación vaya a publicar todo y de todos.

Por otro lado, los contenidos de Renovación no se limitan a la apología, ni a la hermenéutica bíblica, sino que quiere ser sensible a la realidad social, política y religiosa del mundo donde vive. Por ello abordará temas sociales y políticos, además de religiosos, pastorales y literarios, propios de la naturaleza de esta publicación. También dejamos espacio a la divulgación cuando ésta tenga un interés especial en el contexto de los objetivos de la revista. Pero, sobre todo, dedicará siempre un espacio a la reflexión teológica y filosófica, es decir, al pensamiento.

Por lo demás, aun cuando Renovación es una revista independiente, ofrece sus páginas para informar de cuantos eventos puedan ser de interés para la Familia religiosa a la que su editor pertenece (Iglesias de Cristo del Movimiento de Restauración), tanto de España como del extranjero, así como de cualquiera otra Familia espiritual cuando proceda.

En nombre de los colaboradores y del mío propio deseamos que la nueva revista sea de su interés tanto o más como lo fue Restauromanía.

Muchas gracias por estar ahí,

Emilio Lospitao
Editor