¿Es lícito sanar en día de reposo (un día sagrado)? Lucas 14:1-6


Este relato es único del evangelista Lucas. Debió llegar a él a través de alguna de la múltiples colecciones de milagros de Jesús que ya circulaban, y a cuyo relato Lucas dio crédito (Luc. 1:1-4). El tema central es típico del Evangelio de Marcos, una de las principales fuentes de Mateo y de Lucas: curar en día de reposo (sábado). Aquí, como en casi todos los relatos evangélicos, la polémica surge por la presencia de los escribas y de los fariseos, celosos del cumplimiento estricto de la Ley. La novedad de este relato es que Jesús se adelanta al reproche de estos celosos religiosos con una pregunta retadora: “¿Es lícito sanar en el día de reposo?”. Es decir, en sábado, el día sagrado judío por antonomasia. Posiblemente esta “precipitación” de Jesús, adelantándose al reproche, sólo sea una elipsis literaria de Lucas, pues ya ha dicho antes que “estos –los fariseos– le acechaban” (v.1). En cualquier caso, en el supuesto “banquete” al cual fue invitado Jesús por “un gobernante”, enfrente de Jesús se había sentado un hombre hidrópico. La hidropesía, retención de líquidos en los tejidos, es sólo un síntoma de diversas patologías relacionadas con el corazón, los riñones y el aparato digestivo. Así que Jesús, “tomándole, le sanó, y le despidió” (v.4).

El relato evangélico –como todos– está teologizado. Según Juan, Jesús hizo muchas “señales” (milagros), las cuales él escribía para que sus lectores creyeran que Jesús era ciertamente el Mesías (el Ungido de Dios). “Cristo”, un término griego, quiere decir lo mismo. Los milagros, según Juan, son signos de la manifestación de Dios a través de Jesús, y según los Sinópticos estos signos confirmaban la presencia del reino de Dios entre los hombres, es decir, la buena noticia (el evangelio). 

La pregunta de Jesús fue capciosa. ¿Cómo no podía ser lícito sanar, significar la presencia del reino de Dios en el “día sagrado”? ¿Qué otro día podía ser mejor para glorificar a Dios? 

El tejido socio-religioso sobre el que cobra sentido este y otros relatos de la misma naturaleza es la perversión que subyace en la mente de los “religiosos”. Estos suelen tener un afán de subvertir el único propósito que tienen todos los preceptos divinos: dignificar al ser humano, sea hombre o mujer. Para el religioso lo más importante es el cumplimiento de las normas religiosas. Para Jesús era más importante el ser humano. Los preceptos, incluido el sábado, fueron hechos para el hombre, no el hombre para los preceptos, incluido el sábado.

Cualquier religión, también la cristiana, que pone los preceptos, las liturgias, los días sagrados, por encima del ser humano, no es digna siquiera de llamarse religión, porque “re-ligión” significa “religar con Dios”, acercar a las personas a Dios, el Inefable, el Misterio, que es liberador y realizante. Practicar esta “re-ligión” le llevó a Jesús a la muerte, y fue llevada a ella precisamente a instancia de los “religiosos”. Hoy le volverían a matar.

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño