Adios a Restauromanía


La ya obsoleta Restauromanía, o con cualquier otro nombre, no hubiera podido comenzar sin las posibilidades que ofrecen Internet y la Ofimática. Si estos recursos hubieran estado antes al alcance de este editor, antes habría comenzado. Mi vocación en el ministerio cristiano se remonta prácticamente a mi conversión al Cristo de los Evangelios. Pero cualquier experiencia religiosa suele ocurrir en el contexto de una comunidad religiosa, y la mía ocurrió en la Familia espiritual denominada “Iglesia de Cristo”, importada como muchas otras de EE.UU. En “Yo también fui un recitador de textos bíblicos” (Restauromanía Nº 7 y 11) explico el itinerario de cualquier experiencia de fe y creencias. También la mía.

Tras seis años de vivencia y fraternidad cristiana en la Iglesia de Cristo en Madrid, mi vocación me llevó a la ciudad levantina de Alicante (Enero de 1978). En principio, para el seguimiento pastoral iniciado por el escultor Facundo Sempau. Pero la realidad fue que no existía ningún trabajo pastoral que seguir. En su lugar encontramos un local vacío y sucio. Comenzamos desde cero mi familia (esposa y cuatro hijos de 7, 5, 4 y 2 años de edad respectivamente) y yo. Estuvimos allí siete años. La experiencia de Alicante fue mi verdadero seminario pastoral y teológico. En 1985 regresamos a la Iglesia de Cristo en Madrid. En Alicante dejamos una pequeña y humilde congregación de poco más de 25 personas adultas. Superamos las perspectivas. ¡Ya lo creo que las superamos! Mi ministerio pastoral en la Iglesia de Cristo en Madrid fue un segundo seminario que terminó cuando consideré que debía terminar. Sin nombre y sin proyecto de realización se fue germinando lo que vino a ser Restauromanía en forma de boletín. Había muchas cosas que decir, y esas cosas ya habían comenzado a decirse sin medios donde decirlo. Solo faltaba Internet y un ordenador. Ambas cosas, en su momento, llegaron. Y comenzó esta plataforma literaria.

¿Por qué Restauromanía? La nota que más caracteriza a las Iglesias de Cristo del Movimiento de Restauración, como su nombre denominacional indica, es precisamente la “restauración”. ¡Para algunos, hasta convertirse en una “manía”! De ahí el nombre Restauromanía. Durante una década –el tiempo que ha estado publicándose esta revista– hemos tomado como seña de identidad la apología; concretamente la apología frente al fundamentalismo que predomina en la teología del Movimiento de Restauración. No en vano su eslogan es “hablar donde la Biblia habla y callar donde la Biblia calla”.

Restauromanía ha hecho un itinerario a contra corriente, con todo lo que ello conlleva: incomprensión, malos entendidos, desafectos, etc. Ninguna sorpresa: nadie es profeta en su casa… Pero también, de quien menos se esperaba, aceptación, ayuda, ánimos… Restauromanía se ha curtido a base de andar, metafóricamente hablando, por caminos tortuosos y pedregales. Pero ha llegado hasta aquí. Ahora, le decimos adiós para siempre. Este es el último número. Damos paso a una nueva revista. Como es inevitable, algún gen heredará de su predecesora. Su nombre ya lo conoce el lector: RENOVACIÓN.

Mis más sinceras gracias a los colaboradores que hicieron de Restauromanía, unos de una manera y otros de otra, una revista leíble y leída. Gracias también a los lectores que supieron comprender el espíritu que empujaba a esta publicación y la apoyaron.

Emilio Lospitao
Editor

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño