«Se extrañó de que no se hubiese lavado las manos…» (Lucas 11:37-54)


Desde un punto de vista exegético todos los relatos evangélicos están teologizados. Los autores no son taquígrafos que se limitan a transcribir historias, milagros, etc. Son teólogos en cuanto que sus historias parten de un enfoque teológico de lo que quieren transmitir a sus lectores. 

El fondo del relato –que tiene un sustrato histórico en la vida de Jesús– refleja la experiencia de la comunidad donde se escribe el Evangelio de Lucas, frente a otras comunidades cristianas judaizantes (que seguían observando la ley de Moisés – ver Hechos 21:20). Según la ley de Moisés existía una impureza religiosa, ceremonial, fácil de adquirir. Bastaba tocar o rozarse con algo que era ceremonialmente “impuro” según los decretos del Levítico (un gentil, y todo lo que éste tocaba, era impuro). El celo de esta pureza ceremonial le llevaba al judío a realizar varios lavamientos nada más llegar a casa, al margen de la cuestión higiénica. Jesús pasó por alto este rito esencial exigido por la costumbre. De ahí la extrañeza del anfitrión.

¿Por qué teologizado?

1. Porque es muy poco probable que Jesús lanzara toda una serie de invectivas (¡Seis “ay de vosotros!), contra su anfitrión, que le ha invitado a comer a su casa. 

2. Porque el fariseo “sólo se extrañó” de que Jesús no se lavara las manos antes de comer, algo muy lógico, pero no se lo reprochó. 

3. Porque el redactor, para lograr su propósito catequético, introduce en su relato a otros personajes (“interpretes de la ley”), ausentes en la casa del fariseo.

¿Qué significa que el relato esté teologizado?

1. Significa que, independientemente de la extrañeza del fariseo porque Jesús no se lavara las manos, el redactor del Evangelio aprovecha la situación para polemizar contra la comunidad judaizante que les señala con el dedo porque ellos –la comunidad de Lucas– no siguen las costumbres judías.

2. Significa que la redacción, tal como está, sirve de catequesis a la comunidad de referencia que se está alejando de las comunidades judaizantes. 

Es decir, cuando ponemos el texto en su contexto no sólo histórico, sino teológico y circunstancial, permite una lectura diferente, más natural y más objetiva… Sirve como instrucción válida, pero con los matices pertinentes. En cualquier caso, desde su trasfondo histórico, nos enseña una verdad que recorre las páginas de la Biblia: Dios mira lo que hay en el corazón humano, no las apariencias externas. Es más importante tener el corazón limpio que las manos, la ropa, el estatus social, etc.

Emilio Lospitao

Autor: elospitao

Inquietud intelectual desde niño