«¿Estás libre de mujer? No procures casarte» (1 Corintios 7:27).


Cualquier texto literario, sea de la naturaleza que sea, adquiere sentido cuando el lector tiene en cuenta una serie de detalles respecto al mismo: género, naturaleza, época, autor…; en definitiva, el contexto. Fuera de este multidisciplinar contexto, el texto puede convertirse en un simple y, a veces, burdo pretexto. No hay diferencia qué clase de texto literario sea: ¡también el texto bíblico!

El texto de referencia pertenece a la primera carta (canónica) a los Corintios. Esta carta fue escrita a mediados del siglo primero, en la euforia todavía fresca de la fe de aquella comunidad, inmersa en diversas experiencias religiosas (y en problemas). Pablo, su autor, está contestando a una serie de preguntas que la comunidad corintia le había formulado por carta. Entre ellas, lo relacionado con el matrimonio. Las cartas de Pablo en general, pero este capítulo siete de la primera carta a los corintios en particular, cobra sentido desde la escatología del escritor. Para Pablo el regreso de Jesús en gloria era inminente. Ante la inminencia de su venida todo quedaba relativizado: los proyectos más vitales de la vida, la posesión, la relación marital, casarse, emprender cualquier cosa… Esta escatología (inminente) formaba parte de la predicación y de la enseñanza del Apóstol (1Tes. 4:13–5:11; 1Cor. 15 y otros).

La clave de su respuesta al tema del matrimonio radica en dos frases: “a causa de la necesidad que apremia” y “el tiempo es corto” (7:26, 29). Es decir, por cuanto “el Señor viene ya” (1Cor. 16:22 – el “ya” es mío)… “digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo”–¡célibe! (7:8)… “resta, pues, que los que tienen esposas sean como si no la tuviesen” (7:29)… el padre que “da en casamiento a su hija hace bien, y el que no la da en casamiento hace mejor” (7:37-38), etc.

Las sugerencias de Pablo (en lo que se refiere al matrimonio) debemos entenderlas no solo desde la distancia que nos separa en el tiempo, sino desde la perspectiva escatólogica del autor. Ciertamente, pasado un tiempo, esta escatología se matiza: 2Tes 2-3; 2Pe. 3:8-10; conf. 1Tim 5:14 (algunos autores creen que estas obras son muy posteriores en el tiempo). Desde esa introspección psico-escatológica de Pablo debemos interpretar sus afirmaciones: “Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo”… [Según los estudiosos de la biografía de Pablo, éste era célibe, al menos en ese momento]. Es decir, Pablo sugiere que, puesto que “el tiempo es corto”, centren sus vidas en las cosas del Señor: Porque “el soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer” (7:32-33) ¡Obsérvese que para el Apóstol “agradar a su mujer” son “cosas del mundo”! Por ese motivo (por la premura del tiempo), daba igual que los padres casaran a las hijas o las dejaran solteras (la mujer, durante toda su vida, era jurídicamente menor de edad; el padre ejercía el derecho de casarla o, por el contrario, dejarla soltera en la casa paterna). Pues bien, por causa de que el “tiempo era corto”, Pablo desea aliviar a los padres de esa responsabilidad, de las largas y penosas gestiones y demás compromisos que un casamiento conllevaba.

Pasado el tiempo, y ante las matizaciones que se hicieron en el cristianismo a finales del primer siglo (por ej. 2Pe. 3:8-10), estas exhortaciones del Apóstol fueron superadas. ¡Si no, el cristianismo hubiera desaparecido en el segundo siglo!

El “acento hermenéutico” nos libera del literalismo en el que cae la exégesis del fundamentalismo religioso. Es decir, la hermenéutica, con todos sus “acentos”, debe ser multidisciplinar: cultura, historia, sociología, psicología… El exégeta que desea realizar bien su tarea no puede eludir el trabajo que supone estudiar el texto a la luz del complejo contexto que sugiere la hermenéutica.

Emilio Lospitao